mirador

Puigcercós, sin recambio

XAVIER Bru de Sala

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Ya saben, o deberían saber, que en política se sube por la escalera y se sale por la ventana. Un día mandas y al siguiente estás en la calle. Por si fuera poco, el vuelo que va de la ventana al suelo es raras veces suave, aplaudido el aterrizaje. Jordi Pujol y Pasqual Maragall son dos ejemplos de buen final; el primero, admirado por su trayectoria; el segundo, compadecido porque le echaron sin que lo mereciera. Pero no busquen muchos más. En general, mayor batacazo cuando de más arriba han caído. Croquetas en la calle, que el resto da un rodeo para no mancharse los zapatos al pisarlas.

Es natural, pues, desde un punto de vista incluso etológico, que Jordi Puigcercós se aferre al alféizar. También lo es que José Montilla quiera mandar después de muerto. Pero no lo conseguirá. Ha salido por la ventana con un impulso descendiente tan superior al de la gravedad que admiraría al mismísimo Isaac Newton, por lo que no está en condiciones de mandar u ordenar la sucesión (y si pretende hacerlo, es solo en provecho propio, a fin de alargar el camino al cementerio y tener un mausoleo con vistas).

Pero hablemos de Joan Puigcercós. Ya le prescribían paciencia, esperar a que Josep Lluís Carod-Rovira se diera el batacazo, pero al parecer tenía prisa y subió los escalones de cuatro en cuatro. Ahora que está a punto de caer, sufre vértigo al mirar hacia abajo y al mismo tiempo siente la mano de Joan Ridao que le empuja hacia el vacío. Pero Ridao no advierte que se está impulsando a sí mismo en la misma dirección, que va detrás y caerán juntos. La sentencia de las urnas es inapelable. Mayor inteligencia política demuestran los que, como Ernest Benach, se apartan de la ventana y salen a la calle por su pie. Más aún Josep Huguet, que ya no fue en las listas (se quedó lejos de la ventana) a fin de preservar su condición de ideólogo mayor del independentismo.

Lo malo para todos, si de futuro hablamos, es que el independentismo ya no necesita ideólogos y estrategas, sino simples, simplones, simplificadores propagandistas. Esquerra Republicana de Catalunya se ha alejado de la centralidad a la que pretendía acercarse, tanto o más por su naturaleza maximalista, la misma que le llevó al éxito, que por sus propios errores. El soberanismo tiene espacio en el juego político, mientras que el independentismo se alimentará, no de sí mismo, sino de los posibles fracasos del juego político. Puigcercós está en estado de shock y no entiende ni el problema del futuro ni las causas del batacazo electoral. Solo se agarra, por instinto de supervivencia y vértigo.

Pero ni eso ni las feroces luchas internas, la conspiración a 10 bandas en la confusión, son lo peor para ERC. Lo peor, y eso diferencia a los republicanos de los socialistas, es que no disponen de líderes de recambio. Comparten con el PSC, en cambio, lo obsoleto de su estrategia y la incapacidad para cambiarla.