Siete x siete

Publicidad gratuita

NAJAT< El Hachmi

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Solo he conocido a una mujer que llevara niqab, una tía nuestra que se lo puso tras una temporada en Casablanca. Los que la rodeábamos, principalmente los más pequeños, la observábamos intrigados sin entender la función de aquella tela etérea encima de la nariz y la boca cuando venía de visita. Pero no preguntábamos. Era un tema tabú. Ahora lo he entendido: plantear el debate hubiera puesto encima de la mesa una discusión que podía provocar una confrontación entre sensibilidades religiosas diferentes. Como era un área conflictiva, la cuestión nunca se tocó y seguimos con el pacto de silencio que permitía la coexistencia de mujeres muy diversas: unas con tejanos y camiseta, otras con chilaba pero sin pañuelo, unas con pantalones y camisa larga con pañuelo, otras con chilaba y pañuelo o las que todavía lucían la vestimenta amazic, que solo cubría la parte más alta de la cabeza, de donde emergían trenzas a cada lado.

Paradojas de la vida, resulta que aquel debate espinoso aparcado para no alterar la buena convivencia familiar se rompe salpicándolo todo en la palestra mediática occidental. Aquí, además, se suma un fenómeno nuevo que no conocíamos en Marruecos, el de las que interpretan que la forma más consecuente de ser musulmanas es ocultando cualquier indicio de individualidad, pero no con aquel velo casi erótico de mi tía, sino con uno denso y opaco que desdibuja su humanidad. Algunas de ellas incluso interpretan que tienen que llevar guantes negros y calcetines para no mostrar ni un trocito de piel. Son minoría y justifican su postura diciendo que así no llaman la atención de los hombres y que lo hacen por religión, pero en realidad son las más visibles. No sé lo que quieren ocultar, pero partiendo de su libertad de elección no puedo hacer otra cosa que encogerme de espaldas y dejarlas.

Lo que sí será contraproducente es que ahora el caso de estas cuatro musulmanas reciba tanta publicidad gratuita. Ya veo a los que menean la cabeza ante la autonomía que han adquirido aquí sus mujeres, hijas o hermanas apuntándose a las razones de estas creyentes supuestamente modélicas convertidas en protagonistas estelares gracias a presidentes republicanos y alcaldes democráticos.