La gran operación
Cuando Susana Díaz dice que hay que pensar primero en España se refiere a la que hoy representa el PP
Xavier Bru de Sala
Escritor y periodista.
XAVIER BRU DE SALA
No se trata de apuntalar la estabilidad y evitar las terceras elecciones con el pequeño sacrificio que Pedro Sánchez se niega a protagonizar. Se trata de consolidar el actual modelo de distribución del poder y la riqueza, cuestionados por el independentismo y por la irrupción de Podemos. Se trata de la respuesta conservadora a la triple crisis, institucional, territorial y social. Petrificación en vez de ductilidad.
Cuando Susana Díaz proclama que hay que pensar primero en España y después en el partido quiere decir exactamente que hay que mantener la España de siempre, la que hoy representa el PP. Primero la España que no ha cesado nunca de imponerse, después, debajo, el PSOE. Díaz se erige en garantía del pacto permanente entre el 'establishment' de Madrid y las autonomías que ni siquiera aspiran a desarrollarse hasta poder prescindir de las subvenciones. Tiene poder para hacerlo. La gran operación, el pacto Rajoy-Díaz es antiregeneracionista, va contra las reformas, empezando por la de la Constitución. Va contra la industrialización y el desarrollo, contra el equilibrio territorial y la justicia social, contra la dialéctica Gobierno-oposición. Es un pacto para petrificar y eternizar la España del PP, la de la desigualdad creciente, a cambio del mantenimiento de los subsidios.
El pecado de Pedro Sánchez es que se ha negado al sacrificio que le exigía el PSOE del sur: oficiar la ceremonia de la entronización de la gran operación y desaparecer acto seguido y para siempre jamás con el estigma del culpable. El guion era perverso. Puestos a elegir entre cordero autoinmolado y líder moral de la oposición a la gran operación con un papel en la historia, aunque sea efímero, Sánchez ha optado por erigirse como mínimo en símbolo.
PIERDE LA IZQUIERDA
¿Ganará Sánchez o Díaz? ¡Ha ganado Rajoy! Y ha perdido la izquierda. Y han perdido la división de poderes y el espacio para el debate de ideas. Y han perdido las posibilidades de modernización y reforma. Mientras sumen la derecha y el conglomerado liderado por Andalucía, no habrá otra respuesta a la crisis que el inmovilismo más conservador. En vez de flexibilizarse, España se petrifica. Ximo Puig se ha equivocado de bando. Francina Armengol y Miquel Iceta, no. O se está a favor de la gran operación, o en contra. O con Felipe González o con Josep Borrell.
Ante este pacto tan poco halagüeño, la construcción de una alternativa es trabajo de titanes. Nadie ha presentado un programa económico para el desarrollo y la justicia social. Nadie parece capaz de elaborar un mínimo esquema de una reforma territorial que pudiera ser mayoritaria en Catalunya. Defenestren o no a Pedro Sánchez, mientras no sumen todos los reformismos, no habrá alternativa. Por ahora no suman, ni de lejos. Las perspectivas de que pronto lleguen a sumar son escasas. La gran operación ha triunfado.
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