El turno

PSC, rue del Percebe

JOAN Ollé

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Nunca he visitado el cuartel general de los socialistas catalanes, la gran sala de máquinas de la calle de Nicaragua, pero la imagino idéntica a aquel edificio que hizo las delicias surrealistas de las infancias de los que hoy ya somos mayores: 13, rue del Percebe. Imagino cada uno de aquellos pisitos de renta limitadísima -eran los 60- como los diversos despachos que deben de ocupar los máximos responsables del consulado barcelonés de Ferraz. Admito que no sería pertinente comparar a aquellos lamentables personajes del granFrancisco Ibáñez-el caco que roba trastos inútiles, el tendero que siempre intenta sisar en el peso, el fabricante de monstruos, la araña de la escalera que a cada nuevo episodio nos sorprende con un disfraz diferente...- conMontilla,Nadal,Corbacho,Zaragoza,Iceta y compañía, pero creo que la historia reciente de los unos y la añeja historieta tienen al menos dos puntos en común: el cúmulo de despropósitos que pueden llegar a producirse por minuto en escasos metros cuadrados y la unánime carcajada que tales desmanes despierta en el auditorio.

La comparación podría haber ido por referentes más exquisitos: las feroces carnicerías shakespearianas por una onza de poder, la laberíntica burofagia deKafka, los dictados deMaquiaveloa los futuros príncipes, la teocracia vaticana... De verdad, ¿en ninguna pesadilla o sueño no se les han aparecido aún, entre pétalos de rosas marchitas y cánticos electorales, un infalible Montilla I custodiado de cerca por Celestino Richelieu Zaragoza y, completando el retablo, rechonchos y rosáceos, con las manitas en reposo sobre sus barrigas, mirando hacia otro lado, los beatíficosNadaleIceta? Pero no sería justo vincular a estos grandes autores cuyos pensamientos han sobrevivido a la hoguera del tiempo con los contemporáneos que hoy nos ocupan: no se advierte en ellos ideal alguno, solo cálculo y consigna. Son personajes de tebeo, dibujos desanimados.