La rueda

PSC: de partido a franquicia

ENRIC MARÍN

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La prensa de Madrid ha saludado la deserción del PSC del bloque de la consulta como un síntoma de un futuro descarrilamiento del proceso soberanista. También lo ha hecho una parte de la opinión publicada en Catalunya. Se vuelven a equivocar. Como partido central de la Catalunya autónoma, el PSC ha vivido con evidente incomodidad la caducidad del autonomismo certificada por la sentencia del Estatut. Más tarde o más temprano  el PSC debía abandonar el terreno de la ambigüedad entre el bloque proconsulta y el bloque contrario. Y lo ha hecho supeditando la consulta a la voluntad política del núcleo de poder radicado en Madrid. La argumentación es lo de menos. Se trata de un movimiento de supervivencia fuertemente condicionado por la presión corporativa del PSOE, la presión electoral de Ciutadans y la propia inercia conservadora. Seguramente, con la vista puesta en las elecciones municipales del 2015 y calculando que un eventual fracaso del proceso soberanista podría devolver una cierta centralidad política al PSC. La disyuntiva no era fácil, pero finalmente el PSC se ha alineado. Y es una apuesta sin retorno. A partir de ahora, el PSC saldrá a las fotos en compañía del PSOE, el PP y Ciutadans.

El proceso político que vive Catalunya es mucho más el resultado de la suma de personas, colectivos y movimientos cívicos que la suma de siglas. Termine como termine, separarse en estos momentos del tronco central del catalanismo solo puede tener una consecuencia: la marginalidad política más o menos confortable. El PSC ya no podrá ir más allá del electorado catalán más fiel a un PSOE en horas bajas. El proyecto transversal original del PSC ya no existe. Los dirigentes actuales han optado por convertirse en franquicia autónoma del PSOE. Y haciendo esto, también han hundido la escasísima credibilidad de la nunca concretada tercera vía.