La rueda

PSC: efectos colaterales

ENRIC MARÍN

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Uno de los temas de atención periodística de estos días es el debate en el grupo parlamentario del PSC ante la votación de hoy en la que el Parlament reclamará al Estado la cesión de las competencias para poder celebrar el referendo del 9 de noviembre. Se ha especulado sobre la posibilidad de que algunos diputados socialistas puedan votar de forma diferenciada, ausentarse o, como ayer ya adelantó Àngel Ros, renunciar al acta de diputado para evitar un voto contrario a sus convicciones. A nadie debe sorprender que este episodio concite interés informativo.

Ahora bien, creo que se trata de un hecho informativamente relevante pero de trascendencia política relativa. Es más consecuencia conclusiva que desencadenante de procesos. Los hechos sustantivos para entender el momento del PSC son tres. En primer lugar, la pérdida de más de la mitad de su apoyo electoral en los últimos años. Luego, la falta de un proyecto de país identificable y atractivo. Y finalmente, la reinterpretación de la relación con el PSOE. La actual dirección ha optado por no entrar en contradicción con el PSOE en todo lo que haga referencia al modelo de relación entre Catalunya y España. El pacto está claro. El socialismo español asume una definición retórica e inconcreta de Estado federal y, a cambio, el PSC no se aparta ni un milímetro del guion.

Es notorio que en esta opción el terreno de juego está delimitado por la hegemonía del socialismo meridional y jacobino dentro del PSOE, y por la negativa del PP a entrar en el debate. De modo que el horizonte nacional del PSC ya está inevitablemente limitado a lo que eventualmente puedan pactar los dos partidos sistémicos españoles. Puede gustar más o menos, pero es lo que hay. Las consecuencias orgánicas de esta inequívoca e irreversible toma de posición ya son lo que en forma de eufemismo se llama efectos colaterales.