Provocar de forma adecuada

Dolors Miquel recitó el lunes tres poemas en la entrega de los premios Ciutat de Barcelona. Uno de ellos, 'Mare Nostra', se ve que no fue del gusto de todos. A la mayoría de los presentes nos divirtió y emocionó, por eso la aplaudimos con ganas.

El patriarcado se ha servido de las religiones monoteístas para perpetuarse como estructura de poder, hasta el punto de que a veces no sabes dónde empieza uno y donde terminan las otras, si fue antes el patriarcado o las religiones patriarcales. Lo que sí está muy claro es que las religiones han sido y son aún herramienta poderosa del control de los cuerpos de las mujeres y su sexualidad. A través del mensaje divino se nos ha dicho cómo debía ser nuestro cuerpo, qué podíamos y no podíamos hacer y, lo más importante, ha servido para imponer la maternidad en el contexto del matrimonio, una maternidad idealizada, sin sexo ni cuerpo, sin poder. Ninguna de las religiones del Libro no han representado el deseo femenino, su disfrute carnal, ni siquiera la corporeidad necesaria para engendrar vida, los órganos de procreación y placer que mencionaba la poeta: el coño, el útero, la vagina.

Qué raro que aún perdure el pensamiento infantil de la inmaculada concepción aplicado a las mujeres de hoy. Por eso tanta madre recuperada del parto a una velocidad de vértigo como si por ellas no hubiera pasado ninguna vida.

Coger el 'Padre Nuestro' y convertirlo en un clamor feminista tiene todo el sentido, es pertinente porque en eso consiste la subversión. Y la poesía, la literatura, el arte y la cultura deben ser subversivos, provocadores, nos han de producir alguna incomodidad. A ser posible, también nos debe hacer sentir un poco fuera de lugar para volverlo a mirar todo de nuevo. Y la provocación no lo sería si solo se manifestara allí donde le dieran permiso.