Análisis
Progreso insuficiente del constitucionalismo
Nuevamente queda claro que no hay mayoría social independentista en Catalunya
Antes de analizar lo sucedido ayer, no olvidemos cuál era el punto de partida tras las elecciones del 2015. Las dos candidaturas separatistas (JxSí y la CUP) obtuvieron 350.000 votos más que los tres partidos constitucionalistas juntos (C’s, PSC y PP) y 8,7 puntos de ventaja (47,8% frente al 39,1%). Hubo un incremento de la participación de siete puntos respecto a las autonómicas del 2012. Fueron a votar 460.000 nuevos electores, lo que benefició de manera sustancial a las fuerzas constitucionalistas, sobre todo en la Catalunya urbana y metropolitana. Eso evitó que los separatistas superaran el 50% de los votos, su gran objetivo para esgrimir un «mandato democrático»; perdieron el «plebiscito», tal como reconocieron desde la CUP esa noche. Pese a que los catalanes acudieron a votar como nunca para elegir el Parlament, se mantuvo una importante abstención diferencial entre la Catalunya constitucionalista y la separatista.
En las comarcas interiores, allí donde la hegemonía nacionalista es abrumadora, la participación superó el 80%. En cambio, en los barrios urbanos y metropolitanos hubo entre 4 y 6 puntos menos. La hipótesis de partida, pues, era que el separatismo había agotado sus caladeros electorales, mientras el constitucionalismo seguía con margen para crecer en un escenario de notable incremento de la polarización política.
Sin embargo, el salto nuevamente espectacular de la participación –por encima del 81%, igualándose en todos los territorios– no ha producido todos los efectos previstos. El bloque constitucionalista ha avanzado alrededor de 4 puntos, por encima del 43%, aumentando 5 diputados y situando a C’s como primera fuerza indiscutible en el Parlament, con más de un millón de votos. Probablemente, la pérdida de un diputado por Lleida, por Girona y por Tarragona que en el 2015 obtuvo el PP se deba a la acumulación del voto útil a favor de C’s.
Iceta no seduce
Ahora bien, las expectativas de los partidos constitucionalistas se han visto defraudadas porque su crecimiento se ha centrado exclusivamente en el partido de Inés Arrimadas, que ha logrado un resultado espectacular, por encima de las mejores encuestas. En cambio, el PSC de Miquel Iceta ha errado estrepitosamente en su estrategia de seducción hacia el nacionalismo moderado, que no le ha reportado beneficio y, en cambio, ha descuidado (como le advirtió Borrell en campaña) a su electorado catalano-español. Por su parte, el PP ha sido fagocitado por C’s en las cuatro circunscripciones.
La gran sorpresa es la enorme capacidad de resistencia del separatismo, aunque el mapa electoral nos devuelve a una Catalunya dividida. El constitucionalismo -en realidad, C’s- ha progresado pero de forma insuficiente. Nuevamente queda claro que no hay mayoría social independentista. Si en el 2015 no hubo ningún tipo de «mandato democrático», menos aún ahora. La unilateralidad murió el 27 de octubre, con la aplicación del 155 y un falsete de DUI. El avance del constitucionalismo la hace del todo imposible. Antes o después habrá que hallar un camino para superar la división y llegar al acuerdo.
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