LOS SÁBADOS, CIENCIA

Un programa para el nuevo Gobierno

La experiencia indica que cuesta cumplir incluso los pocos compromisos con la investigación

PERE PUIGDOMÈNECH

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Un nuevo Gobierno está instalado por fin en el Estado español. Se ha hablado ampliamente de diferentes tipos de acciones y cambios, pero prácticamente no se ha dicho nada de qué acciones emprenderá en ciencia. La responsable de la Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación, Carmen Vela, ha sido confirmada, siendo la persona que durante más tiempo ha tenido este cargo en el Gobierno español. En el <strong>programa de gobierno pactado entre el Partido Popular y Ciudadanos</strong> aparecen algunas medidas que serían interesantes aunque posiblemente son insuficientes. La experiencia en los últimos tiempos es que cuesta que incluso los pocos compromisos que se toman se hagan realidad.

EL COMPROMISO DEL 2%

En el pacto entre el PP y C's hay un capítulo dedicado a la ciencia con un número de medidas. Existe el compromiso de que España llegue a un gasto en investigación del 2% con respecto al PIB en el año 2020. Este objetivo ha sido constante desde que en la Unión Europea se fijara el 3% como gasto medio de los países europeos. En España esta cifra no ha sido alcanzada nunca. De hecho, el gasto público ha disminuido un 30% desde el 2009, con lo que la relación respecto del PIB ha bajado hacia el 1,23%. Por lo tanto, el compromiso establecido en el pacto de gobierno parece difícil de alcanzar, sobre todo cuando no hay una cuantificación precisa. En cualquier caso, un aumento del gasto en investigación significaría un cambio de tendencia y sería bienvenido.

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Los otros compromisos tienen que ver con reformas en el sistema de investigación. El pacto prevé que haya un cambio en el modelo de la Agencia Estatal de Investigación. Esta es una institución destinada a gestionar los fondos estatales dedicados a la investigación que estaba prevista en la ley de la ciencia votada por práctica unanimidad en el 2011 y aprobada in extremis en la legislatura pasada calcando la estructura ministerial existente. El nuevo modelo propuesto se basaría en el Consejo Europeo de Investigación (ERC,en sus siglas en inglés), en el que queda separada la línea de decisión que llevan a cabo profesionales de la ciencia de la línea de gestión administrativa. Si se pusiera en marcha este modelo, y se introdujeran científicos extranjeros en las comisiones de evaluación, sería un cambio significativo que podría incrementar la calidad en la distribución de recursos.

LA UNIVERSIDAD, REFORMA SIEMPRE APLAZADA

Quizá la reforma más importante propuesta es en el ámbito de las universidades. Los distintos gobiernos que se han sucedido desde la ley de reforma universitaria de 1983 afirmaron que se la planteaban, pero su actuación ha consistido en pedir estudios y formar comisiones. El actual Gobierno encontrará en sus archivos propuestas bien pensadas, como las incluidas en un informe publicado en el 2011 y que tenía como título Audacia para llegar lejos. Probablemente el título ya lo dice todo.

Con los años, la situación de nuestras universidades se ha ido agravando y la urgencia de introducir reformas ha sido más evidente. En estos momentos, después de años con los presupuestos reducidos, sin incorporaciones de jóvenes profesores y a las puertas de la jubilación de oleadas de profesores incorporados en los años 80, habría una excelente oportunidad de buscar un nuevo marco que proporcione autonomía y responsabilidad a la gestión universitaria.

AFRONTAR LOS RETOS DEL FUTURO

No se habla en el documento de otras reformas, como la de los organismos públicos de investigación, y del CSIC en primer lugar. En los últimos años, estas instituciones han ido degenerando en estructuras aún más burocratizadas, lo que parecía imposible tiempo atrás. Sin recursos más que para pagar sueldos, sin evaluaciones de su actividad y en un entorno funcionarial estricto, estas instituciones parecen salir a la deriva de la tormenta de la crisis. En el documento no se dice ni una palabra de ellas, lo que no demuestra mucho que la ciencia sea una de las prioridades del Gobierno.

Por lo tanto, nos encontramos con un Gobierno que ha aceptado unos compromisos modestos de financiación y reformas para la investigación. Sería esperable que al menos estos compromisos se llevasen a cabo y, quizá en el entorno de diálogo que se proclama, que se plantearan otras acciones de más alto vuelo. Sin unas universidades dinámicas y una ciencia fuerte, se ve difícil cómo se puede construir una sociedad que se enfrente a los retos de nuestro tiempo.