Al contrataque
El 'procés' tantea
Quienes dirigen el movimiento hacia la independencia necesitan conocer hasta qué punto está dispuesta a comprometerse la ciudadanía que les apoya
Antonio Franco
Periodista
ANTONIO FRANCO
La movilización soberanista del pasado domingo en apoyo de los líderes del 'procés' que tienen contenciosos abiertos con la justicia española por sus primeras desobediencias forma parte de un tanteo. Quienes dirigen el movimiento hacia la independencia necesitan conocer hasta qué punto está dispuesta a comprometerse y complicarse la vida la ciudadanía que les apoya. Tras difundir que la independencia es posible y que se puede conseguir casi gratis y sin violencia, su nuevo mensaje es que, más allá de ese 'todo gratis', los ciudadanos separatistas tendrán que hacer 'algo más' que expresar su deseo de conseguirla, un poco o un mucho más que manifestarse festivamente un día, como en los últimos Onze de Setembre, y regresar luego a casa a descansar y prepararse para ir a trabajar normalmente al día siguiente.
¿Cuál es el límite de lo que pueden pedirle a la gente adicta dentro de un año? Es segura una nueva presencia en la calle, pero nadie precisa el 'algo más'. Los tanteos intentan calibrar qué puede llegar a proponerse en una sociedad tan prudente. Los impulsores necesitan conocer la disponibilidad de los suyos (indagar si hay decisión/valentía numéricamente suficiente) para plantear un nivel superior de desobediencia y confrontación, pero no desean concretar qué les pedirán a los suyos.
Pero es difícil medir a priori una adhesión a ciegas a hacer no se sabe muy bien qué. El telón de fondo es que ni siquiera se sabe si el objetivo es compartido por la mayoría absoluta de los catalanes, aunque parece más bien que no. Si se calcula mal esa disponibilidad todo acabará en un fiasco. Y también puede serlo aunque apoye activamente el endurecimiento mucha gente si no se garantiza su porcentaje exacto.
UNA MAYOR JUDICIALIZACIÓN
Hay grandes incógnitas y una sola seguridad: la Administración española no se quedará cruzada de brazos. Si el desafío deja de ser abstracto y cauteloso, la judicialización vista hasta ahora subirá de nivel y se hablará de una suspensión de la autonomía. Porque la Administración española además de defenderse a sí misma de la secesión defenderá a los catalanes no partidarios de ella.
Dada la voluntad de no recurrir a la violencia, cualquier libro de estilo sobre este tipo de situaciones aconsejaría a los rectores del 'procés' convocar entonces una huelga general indefinida en favor de la independencia. Pero quienes no desean la escisión son masiva y básicamente trabajadores que no la secundarían. ¿Otro fiasco? ¿Qué alternativas quedan? Prepárense pues para otras elecciones autonómicas de esas que los independentistas llaman de otra manera. Después, ya veremos. Porque es muy difícil cualquier cambio que no pase por un también difícil replanteamiento constitucional, y los independentistas ni siquiera suman para conseguirlo.
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