El segundo sexo

Un problema de salud pública

Los medios, la moda, la publicidad tienden a crear unos ideales estéticos que pueden ser mortíferos

NAJAT EL HACHMI

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Para despedirse de las pasarelas y celebrar sus 20 años como modelo, Gisele Bündchen aparece desnuda en la portada de la edición brasileña de la revista 'Vogue'. Su desnudez ya no es ninguna novedad, le hemos visto las carnes muchas veces. Lo que resulta chocante de la imagen es que le podemos seguir la anatomía bajo la piel, una anatomía del todo desnuda de grasa, y que su silueta es más estrecha que nunca. No sé si es un efecto de la misma postura forzada que adopta o si a alguien se le ha ido un poco la mano con el 'photoshop' o que realmente la modelo está así de delgada. Es igual, lo importante es que se sigue poniendo la delgadez de las mujeres en el pedestal, se sigue vendiendo este ideal como el deseable para todas y cada una de nosotras si queremos considerarnos guapas, admirables. No sé si decir deseables, porque en toda esta historia no parece que el punto de vista de los hombres, la mayoría de ellos confesos amantes de las formas más exuberantes, tenga nada que ver. Cuantas más vueltas le doy, más me parece que este fenómeno es más de las mujeres y la industria. La relación de las mujeres con las otras mujeres y la de las industrias de la ropa, la cosmética, la dietética y los gimnasios con las mujeres. Una relación a menudo perversa en la que lo último a tener en cuenta es la salud de las consumidoras.

En Francia el Gobierno ha decidido legislar para frenar la anorexia, que se está convirtiendo en una auténtica epidemia. Ha tomado la decisión de prohibir que modelos demasiado delgadas desfilen en las pasarelas. Multando y penando con cárcel a los responsables que incumplan este mandato. Se exigirá un mínimo de masa corporal a las modelos para poder desfilar, demostrado con certificado médico. En este caso no hemos conocido las declaraciones de ningún diseñador oponiéndose, pero todavía resuenan las palabras de Karl Lagarfeld hace unos años diciendo que las mujeres que se quejan de que las modelos estén demasiado delgadas son amas de casa frustradas que se pasan el día frente al televisor comiendo patatas fritas.

Hace unos días, haciendo 'zapping' tropecé por casualidad con una entrevista a una diseñadora de gran talento y sensibilidad. Se le preguntaba sobre la cuestión y ella le quitaba hierro, explicaba que las modelos son jóvenes y delgadas por naturaleza, que esto no es nada extraño. Como si no fueran los creadores los que deciden las tallas de sus diseños y sobre qué cuerpos los quieren exponer, como si ellos fueran completamente ajenos a la elección. También añadía que el tema ha sido exagerado un poco, que no es para tanto. Tal vez sí, tal vez hemos exagerado y tampoco es la moda la principal responsable de un problema de salud tan grave. 

De hecho muchos especialistas en la cuestión apuntan a que la presión social o cultural solo sería uno de los muchos factores que intervienen en este tipo de enfermedades. Pero no por eso hay que menospreciar el peso que la publicidad, los medios, las revistas y la moda tienen en la creación de unos ideales estéticos que pueden llegar a resultar mortíferos. Somos animales sociales viviendo en sociedades hipermodernas en las que la imagen es omnipresente. De eso no podemos escapar y no podemos evitar que nuestras hijas escapen. Una buena autoestima es lo que puede proteger mejor a las niñas y adolescentes que crecen en un mundo que las bombardea cada día, cada minuto, con ejemplos de delgadez enfermiza.

Mofa de la enfermedad

En las familias se puede cultivar mucho esta autoestima y una relación buena con el propio cuerpo, pero no es suficiente. ¿Cómo le explicamos a una adolescente, por ejemplo, que una mujer tan esbelta como Judit Mascó salga anunciando una infusión que la hará aún más delgada? Nos enseña unos vaqueros que deben ser de su hija y nos dice que hasta ese imposible quiere llegar, y que si ella lo hace, todas podemos. ¿Qué lógica tiene quererse meter en un imposible? ¿No es un anuncio que estaría promocionando también la anorexia? Quizá sí que las pasarelas hacen de cabeza de turco de unos comportamientos irresponsables extendidos más allá de este ámbito concreto. La publicidad es una gran promotora de la anorexia. También lo es el hecho de que personas visiblemente enfermas, con una imagen escandalosamente magra, digan que no, que son así por naturaleza, que llevan una vida muy sana, que de hecho les encantan las lentejas con chorizo.

La presencia de la reina Letizia en la entrega de los premios Woman volvió a disparar las alarmas. El vestido que llevaba dejaba al descubierto unos omóplatos huesudos y una anatomía tan exigua que marcaba baches alrededor de la columna. Pero de eso no hablamos porque lo más destacable era su peinado nuevo. En Twitter hubo quien hizo mofa del aspecto de la Reina, cosa deplorable, la verdad. Es lo que ocurre a menudo en el caso de las anoréxicas, que encima de tener una enfermedad que les conlleva un sufrimiento que solo ellas y los que las rodean conocen, se ven estigmatizadas. Como si eligiéramos las enfermedades. Sea como sea, este no es un tema particular de las enfermas y sus familias, es una cuestión de salud pública.