'Pressing'

En los meses que iban de septiembre del 2015 a enero del 2016 -desde las elecciones del 27-S a la investidura de Carles Puigdemont- se hizo popular el concepto 'pressing CUP', una denominación para describir la presión política y mediática a la cual se estaba sometiendo a la formación anticapitalista para que aceptara a Artur Mas como presidente.

El 'pressing CUP' consistía en constantes declaraciones de políticos convergentes, artículos de opinión apelando a la responsabilidad y relatos exacerbados en las redes sociales donde parecía que, por culpa de la CUP, el independentismo tenía que hundirse en la más absoluta de las miserias.

No era la primera vez que veíamos este fenómeno. Antes el protagonista de este escenario de presión había sido ERC. Pasó cuando Convergència i Unió necesitaba el apoyo de los republicanos para la aprobación de los presupuestos y se repitió, con mucha más intensidad, una vez superada la consulta del 9-N, cuando se tenía que fijar una fecha para las elecciones.  Entonces el objetivo era la creación de una lista unitaria que tenía que agrupar convergentes y republicanos sin la cual, se decía, el mundo no entendería los resultados electorales.

Los argumentos de cada una de aquellas campañas persecutorias han sido siempre desmentidos a través de los hechos: el independentismo no se hundió porque Mas no fuera presidente y pudo llegar hasta la celebración de un referéndum el día 1 de octubre, las listas separadas han servido para sumar 100.000 votos nuevos al independentismo creciendo en áreas que tradicionalmente le eran desfavorables y la prensa internacional ha sabido sumar escaños a pesar de que pertenecieran a siglas distintas.

Desde el pasado 30 de enero la política catalana vuelve a verse envuelta en tensión y reproches. Si buscamos cual es el común denominador de todos los 'pressing' encontraremos que surgen cada vez que alguien discrepa del punto de vista del entorno convergente. No parece que sea la mejor manera de fomentar la concordia.