Análisis

Un presidente que insulta

Sánchez puso a Rajoy más tenso de lo que nadie antes había conseguido

TONI AIRA

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Un presidente que insulta y que dice que no tiene por qué escuchar según qué cosas en un debate, o está desesperado o es así. En cualquiera de los dos casos es un dirigente que, al hacer eso en un cara a cara, no se cubre precisamente de gloria. Mariano Rajoy, en este sentido, salió del cara a cara con Pedro Sánchez bastante menos tranquilo de como entró. Salió de los nervios, de hecho. Y el socialista, de quien tantos esperaban tan poco, aguantó, correoso, desafiante, pero sin insultar, sin asustar, mirando de desgastar al adversario golpeando donde más le duele (concretamente al PP): por el frente de la corrupción.

Ruin, mezquino, deleznable y miserable. Todo eso lo repitió un montón de veces un Rajoy fuera de sí. Y lo dedicó a Sánchez después de que el socialista le dijera que no es un presidente decente a colación del 'caso Gürtel' y Bárcenas. Ahí el presidente del Gobierno perdió los papeles y su tradicional flema y desdén autocomplaciente. Y repitió a su contrincante lo de «miserable», como cuando el ministro del Interior del 11-M, Ángel Acebes, miraba de desacreditar a los que se oponían a sus «dos líneas de investigación» con ETA de por medio para explicar los atentados de Atocha. Es fácil ser flemático y aparentar que todo te resbala cuando no se sale del complejo de la Moncloa más que en coche oficial o para ir a lugares con moqueta y simulacros de rueda de prensa controlada. Sánchez puso muy tenso a Rajoy (por sus tics los conoceréis) como nunca lo hizo Rubalcaba o Zapatero. Claro que a los anteriores líderes socialistas, el popular se enfrentaba como aspirante, mientras que ayer debía defender su gestión. Y quedó bastante claro que a pesar del relato oficial que quieren vender desde el PP, cuando acceden a la contraposición de argumentos, justificarse no les es nada fácil.

Tan obcecado quedó Rajoy con el gran desaire que consideró que le había dedicado Sánchez al echarle en cara el caso Bárcenas, que cuando Catalunya salió en el debate, ya no admitía ni que estaba de acuerdo con Sánchez en la mayor parte de la receta, y hasta le preguntó al socialista por el concierto económico y sobre si estaba de acuerdo con Artur Mas. El candidato del PP estaba claramente fuera de sí. Sánchez lo había conseguido. Descolocar a Rajoy como no lo habría hecho Pablo Iglesias Albert Rivera. Un dato a retener. ¿Quién pone más nervioso a Rajoy? Ayer el cara a cara nos dio una pista.