Opinión | LIBERTAD CONDICIONAL
Escritora
Lucía Etxebarria
Escritora
Lucía Etxebarria
Predadores sexoafectivos y fiebre del tinder noche
Tony vive en Brooklyn en 1977, cuando el barrio es aún pequeño y todo el mundo se conoce. Vive con sus padres. En su casa hay teléfono, pero él no lo usa jamás. Tony va cada sábado a la discoteca Odyssey 2001. Anette está enamorada de Tony, y Tony a su vez de Stephanie. Cuando Tony tiene que decirle a Anette que no siente ningún interés por ella, se lo dice a la cara. Hablo de una película, 'Saturday night fever', en la que pasa de todo: violaciones, suicidios, drogas, palizas. Pero en la que cada integrante del drama sabe bien dónde está.
'Love me tinder' no es una película, es un documental de Netflix. La estrella, James Rhine, es un personaje real. Él no conoce a sus ligues en la discoteca. Las conoce en Tinder. James mantiene una relación con una chica. Ante cámara, reconoce que envía a Joan mensajes diarios, flores, que la invita a cenar dos veces por semana, que le ofrece un trato especial. Pero dice que no han pactado ningún tipo de compromiso de exclusividad.
James conoce a Alexis, tiene tres citas con ella, y sexo en la última. Entonces cuelga una foto en una red social dándose un beso con Alexis, y explica a la cámara que cree que es la forma más fácil y rápida de romper la relación con Joan. De esa forma admite tácitamente que sí que tenía un compromiso de exclusividad con ella.
Vemos a Alexia muy emocionada, hablándole a su madre de James, y a Joan desesperada, enviando mensajes a James que él nunca contesta. Entendemos que James ha dejado a Joan por Alexis, pero que no se ha tomado el trabajo de explicárselo ni a la una ni a la otra. A la semana, ¡boom!, James 'ghostea' a Alexis tal y como 'ghosteó' a Joan. No le responde a los mensajes ni le contesta a las llamadas. Y se pone a 'swipear' por Tinder en busca de otra chica. Hay un momento en que James mira la lista de todas sus conquistas en Tinder: son más de 200. Ha apuntado sus nombres en una agenda. De algunas, dice, ni siquiera recuerda la cara.
Tony Manero y James Rhine son dos perfectos gilipollas misóginos. Con diferencias. Tony está más bueno, baila mejor, tiene mucho más carisma y, al parecer, más cabeza. James es un gilipollas sin más. Bueno, con un más: tiene un móvil. Tony no ve a las mujeres como iguales, pero al menos jamás les miente. A Alexis y a Joan no se les concede esta ventaja.
Puede que algunos me trataran como a basura, pero sabían quién era yo. Recordaban mi nombre. Aún lo recuerdan
Como Anette, en mi juventud he conocido a tipos en bares y discotecas. Iban cada viernes y sábado al Penta o al Vía Láctea. Los tenía localizados, conocía sus rutinas, a sus amigos. Si salían conmigo y luego me querían dejar, se veían obligados a decírmelo. Si querían salir con otra, yo les veía con la otra. Puede que algunos me trataran como a basura, pero desde luego sabían quién era yo. Recordaban de sobra mi nombre, lo recuerdan aún.
Desgraciadamente James no es un caso raro. Psicólogos, sexólogos y doctores especializados en enfermedades venéreas ven cada día a pacientes como James, sean heteros o gays. Son 'serial lovers' como otros son 'serial killers'. Gente que necesita tener relaciones porque anhelan sentirse deseados y admirados, pero que no pueden mantener relaciones largas porque tienen auténtico pavor al compromiso.
Porque para James, como tantos predadores que usan las redes sociales para ligar, las mujeres (o los hombres) no son personas, son productos. Compañía que compran por catálogo y de la que se deshacen en cuanto se aburren. Para James, las dos chicas con las que ha estado no se merecen algo tan simple como una explicación o una llamada de teléfono. Saben que, en una ciudad grande, no va a volver a coincidir con ellas.
Así que querido amigo o amiga, si estás buscando sexo sin compromiso, usa una app, y usa tambien un preservativo, por mucho que esté de moda no hacerlo. Pero si estás buscando una relación afectiva real, es de sentido común que no te impliques emocionalmente con nadie sin conocerle bien. Los mensajes y las conversaciones de whatsapp crean una ilusión de contacto e intimidad, pero es falsa. La verdadera intimidad existe cuando conoces bien a los amigos y a la familia de una persona.
No te digo que sea imposible encontrar una relación en una 'dating app'. Pero sí te advierto de que los predadores sexoafectivos se mueven por allí. Aprende a protegerte sexual y emocionalmente. Y tu mejor protección, recuerda, es siempre una autoestima fuerte y un sano escepticismo ante los príncipes azules.
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