El 'postprocés' y el 'factor Sánchez'
El nuevo liderazgo del PSOE introduce en el conflicto un elemento disruptivo a tener en cuenta de cara al día después, con referéndum o sin él
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
Ya está. Tras la misiva de Carles PuigdemontCarles Puigdemont a la Moncloa, presentada como “última” oportunidad de pactar un referéndum independentista, y ya cursada la respuesta negativa de Mariano RajoyMariano Rajoy, todas las cartas están sobre la mesa. Sin duda, la Generalitat hará todo lo que esté en su mano para desplegar las urnas, y el Gobierno central empleará todas las herramientas a su alcance, que son muchas, para impedirlo.
El soberanismo ha sobrepasado con creces el plazo de 18 meses que se dio para alcanzar la independencia porque necesitaba ganar tiempo: para conservar la maquinaria del poder, el bien más preciado; para ganar adhesiones entre el 52% que votó ‘no’ a la independencia el 27-S; y, al fin, pegar en el almanaque del ‘procés’ más fotos que reforzasen su legitimidad ante el electorado y, eventualmente, ante la comunidad internacional.
Rajoy ha hecho lo propio. Bajo la divisa de que no tolerará otro 9-N, ha activado todos los mecanismos para cargarse de razones si, llegado el caso, decide actuar penal, administrativa o constitucionalmente contra las autoridades catalanas.
‘O LO PACTAS O LO DEJAS’
En verdad, nadie ha trabajado por el acuerdo. Ni Puigdemont, con su referéndum de ‘o lo pactas o lo dejas’, ni Rajoy, que se ofrece a hablar de todo salvo de la consulta. ¿Por qué lo llaman ‘diálogo’ si quieren decir ‘claudicación’?
En este contexto, el retorno triunfal de Pedro Sánchez al liderazgo del PSOE es un elemento disruptivo a tener muy en cuenta. Con su propuesta de reconocer en la Constitución la plurinacionalidad de España y la singularidad de Catalunya, Sánchez resucita una tercera vía que ambos extremos dan por muerta, aun siendo la única transitable. Al tiempo, su acercamiento a Podemos le complica el mandato a Rajoy, alimentando a los estrategas del PP partidarios de la mano dura contra el independentismo como arma electoralista. Y ahí, en la necesaria proporcionalidad de la respuesta del Estado al conflicto catalán, el PSOE de Sánchez puede ejercer un papel moderador.
Quienes saben, alharacas al margen, que habrá que gestionar el ‘postprocés’ deberían tener el cuenta el ‘factor Sánchez’.
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