Opinión | LIBERTAD CONDICIONAL
Escritora
Lucía Etxebarria
Escritora
Lucía Etxebarría
Porno en tu móvil y violación en manada
Hace una semana, una menor de edad denunció una violación en grupo en Barcelona, en la discoteca Razzmatazz. Pocos días antes, los agentes de la policía encontraron a una joven en la playa de Benicàssim, en estado de 'shock' y con una crisis de ansiedad. Había sufrido una violación múltiple, pero no quiso denunciarla. También ha habido denuncias de violación múltiple en este último mes (solo en el mes de mayo, ojo) en Torremolinos, Vejer, Murcia y Puerto de la Cruz. Y eso es solo la punta del iceberg, lo que la prensa conoce. ¿Estamos asistiendo a una moda de la violación en manada? ¿Cómo se consigue que varios hombres se pongan de acuerdo para realizar juntos algo tan repugnante?
Ahora, si tiene un móvil en la mano, le sugiero que vaya al buscador y teclee lo siguiente: "gang rape porn". 47.400.000 resultados en 0,41 segundos. Y ahora, por favor, piense usted en cualquier chico que conozca (un hijo, un sobrino, el hijo de un amigo…) entre los 11 y los 18 años. ¿Lo tiene? Bien. ¿Ese chico tiene móvil? Sí, ¿verdad? Pues piense que en el patio del instituto de mi hija los chicos se entretienen viendo ese tipo de imágenes, gratuitas, y que hacen alarde de ello. Y que varios de mis amigos ya han encontrado porno mirando las cookies de los ordenadores y móviles de sus hijos.
Porno feroz e ingresos millonarios
Este tipo de portales de porno feroz viven de los ingresos (millonarios) por publicidad. El acceso es gratuito y libre. Por tanto, cuantas más visitas tengan, más dinero hacen. Por eso se especializan en contenidos de sexo y violencia. Porque nuestro cerebro está formateado para responder a esas imágenes, porque nos atraen. Es una reminiscencia de la lucha por la supervivencia. El sexo y la violencia nos llaman la atención porque son los dos factores que más pueden afectar a la multiplicación de la especie: somos seres sexuales para poder reproducirnos, y violentos para poder defendernos y para poder comer.
El neurólogo Jordan Grafman, de la Universidad de Berkley, realizó un estudio con 22 jóvenes de 14 a 17 años, a quienes mostraron una recopilación de 60 escenas de alta violencia, mientras medían la respuesta de su cerebro con resonancia magnética funcional, y demostró que estas escenas parecen insensibilizar la respuesta del cerebro y que hacen la agresión «más aceptable» (palabras textuales) para los adolescentes.
La exposición a la violencia
Su investigación, publicada en 'Social Cognitive & Affective Neuroscience', probó que, cuanto más tiempo miraban los vídeos, menos respondían a la violencia que mostraban. La corteza lateral orbito frontal, que se cree que está involucrada en el procesamiento de emociones, mostró menos actividad a medida que pasaba el tiempo.
«La exposición continua a escenas violentas –afirma el doctor Grafman– convertirá a un adolescente en menos sensible a la violencia, la aceptará mejor y será más probable que cometa actos agresivos, puesto que el componente emocional asociado a la agresión, que normalmente actúa como un freno en la conducta agresiva, se reduce». Esta investigación se une a cientos de estudios que desde los años 60 llevan concluyendo lo mismo.
Pero la violencia sexual es un problema social que se asocia con muchos factores contribuyentes, y no simplemente con una forma de analizar cómo funciona el cerebro. Por eso también la psicología social (desde los años 50 y la teoría del aprendizaje social de Bandura) han venido analizando cómo la violencia se transmite y se legitima desde el ambiente y el entorno. La psicología social lleva casi 70 años afirmando lo mismo que hoy nos confirma la neurociencia.
No hacer nada al respecto
Nueve de cada diez niños y seis de cada diez niñas han consumido pornografía antes de los 18 años en EEUU, según varios estudios. Los psicoterapeutas advierten del peligro que esto comporta, pero todo son advertencias a los padres: que si tenemos que controlar el móvil y el ordenador, que si hablemos con nuestros hijos, que si compremos una aplicación de control parental, que limitemos los datos. Es como si llegara una epidemia de zombis y el Gobierno nos dijera que saliéramos a defendernos con cuchillos de trinchar y sartenes a modo de escudo, que ellos no piensan hacer nada de nada.
¿Y por qué no estamos haciendo absolutamente nada al respecto? Pues por lo que he dicho antes: porque estos portales hacen ingresos millonarios. Asco y miedo.
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