El modelo del transporte público

Por un servicio del taxi regulado

La liberalización sería la puntilla para un sector malherido y bombardeado de forma continua

Marcha lenta de taxistas

Marcha lenta de taxistas / periodico

LUIS BERBEL

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Nuevos aires liberalizadores planean sobre el mundo del taxi. La posibilidad de que 3.000 autorizaciones de VTC (vehículos de alquiler con conductor) aparezcan en nuestras ciudades catalanas sería la puntilla para el sector del taxi, malherido y bombardeado de forma continua desde diferentes flancos (Uber, Cabify, Blablacar, piratas…). Las VTC nacieron como un coche complementario al servicio del taxi para aquellos usuarios que necesitaban un coche más representativo, 'de lujo' decíamos antes, y por ello tenían unas condiciones especiales de trabajo (sin tarifa fija ni límites para encochar, vehículos de un color diferenciado…). Este tipo de vehículos estaban supeditados a la regla de 1/30 (una VTC por cada 30 taxis). Se consideraba que era suficiente esa proporción para el servicio que se necesitaba.

Los diferentes cambios normativos desde el año 2009 han permitido que se solicitaran una avalancha de autorizaciones para ese tipo de coches. Pero, ¿para qué? ¿Quién había detrás? ¿Qué significa? Es evidente que el objetivo fundamental es desregular el sector del taxi ya que la VTC, que nació con unos objetivos concretos, desnaturaliza su función inicial y va a intentar captar el mercado del taxi a la vista de que el suyo no le da de comer. Y a su vez, 'de facto', intenta liberalizar nuestro gremio. Y eso es lo que va a suceder si no se para esa avalancha de VTC pendientes de sentencias de los tribunales. Todo ello sin contar lo que significa para una ciudad como Barcelona 3.000 coches más y los efectos nocivos para el medio ambiente y para la congestión de tráfico.

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Los grandes lobis y operadores turísticos y determinadas empresas de transporte están detrás de intentar desregularizar el sector de las VTC  y, de rebote, el del taxi. Así como algunos despachos de abogados que decían defender al taxi y ahora apoyan a plataformas como Uber o Cabify. Todos han ido presionando a las administraciones para languidecer la publicación de la normativa definitiva, y generar un caos que puede acabar con la supervivencia del taxi.

UN NEGOCIO ESPECULATIVO

Lo único que pretenden es comerse el mercado del taxi, bajo el falso paraguas de la competencia. Una vez tengan el fondo de comercio lo gestionarán a su conveniencia, y determinados servicios no los realizarán si económicamente no salen rentables. Aparte de subir los precios cuando lo crean conveniente. Hay que añadir que existe un gran negocio especulativo detrás de la abultada demanda de autorizaciones que nadie denuncia. En Barcelona hay una empresa que ha realizado 800 solicitudes. ¿Qué hará? Venderlas al día siguiente. Si los trámites administrativos le cuestan 50 euros la venderá después por 60.000 o 100.000 porque no las quiere para trabajarlas sino para especular.

Es falso que todo es para que exista competencia y salga beneficiado el usuario. Todas las desregularizaciones del sector del taxi, y este es un intento de facto, que se han realizado en muchas ciudades del mundo han tenido el mismo resultado. No bajan los precios (al principio sí, para captar la clientela, después lo incrementan en función de la demanda, como hacen Uber y otras plataformas similares); se deteriora el parque de vehículos, ya que buscan la rentabilidad económica, y los conductores prestan un mal servicio, ya que su sueldo va en función de la recaudación o con un porcentaje determinado por servicio que han de abonar a la empresa que les contrata (hasta un 25%).

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En el sector del taxi defendemos el servicio regulado. No tan solo porque va a significar su ruina si se autorizan las 3.000 VTC (en Catalunya 15.000 familias dependen del taxi), sino por el propio usuario, ya que a la corta quizá no, pero a la larga, se verá perjudicado tanto a nivel tarifario como de calidad del servicio y profesionalidad de sus conductores.

JUGAR TODOS CON LAS MISMAS ARMAS

Actualmente la garantía del taxi es un precio normalizado, regulado por taxímetro y aprobado por los administraciones pertinentes; conductores que han debido pasar por exámenes para obtener sus credenciales; unas exigencias en los vehículos con revisiones anuales e incluso semestrales, y modernización del sector con emisoras de radio y aplicaciones para ofrecer a la carta el servicio que necesita el cliente. La normativa debería flexibilizarse para poder ofrecer otros servicios como taxi compartido o el transporte sanitario. Porque competencia es jugar todos con las mismas armas. Cosa que no sucede desde el momento en el que el taxi tiene una serie de exigencias y cumplimientos (fiscales, laborales, autorizaciones) y otros no.

Es verdad que también el sector ha de responder de forma más organizada y coordinada a la demanda del usuario. Pero en número no nos gana nadie. Somos 15.000.