La coyuntura económica catalana

¿Por qué se van las empresas?

El mercado español resulta más que fundamental, por mucho que se diga que no es relevante

Una decena de persona hacen cola en un cajero del Banc Sabadell, este viernes a primera hora de la mañana.

Una decena de persona hacen cola en un cajero del Banc Sabadell, este viernes a primera hora de la mañana. / periodico

JORDI ALBERICH

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Desde hace semanas, estamos viviendo una dramática fuga de empresas de Catalunya que, lamentablemente, parece no haber acabado. Además, entre ellas, se encuentran de las más relevantes del país. La pregunta resulta obvia: ¿qué ha animado a sus accionistas y directivos a adoptar decisiones tan drásticas? No siendo empresario, no me he visto enfrentado a tal decisión, pero sí he tenido la oportunidad de dialogar con personas cuyas empresas han cambiado su sede. Por ello, me permito resumir sus motivaciones en cuatro categorías para, finalmente, añadir una consideración personal.

Primera. Los bancos se vieron forzados al cambio de sede para frenar los movimientos de depósitos de unos clientes dominados por un brote de pánico. No tenían alternativa. Curiosamente, estos movimientos resultaron notables en poblaciones de marcado carácter independentista. La situación ha regresado a la normalidad.

Segunda. Compañías con presencia en el mercado español, con accionistas internacionales, y que operan en mercados financieros globales. Los analistas financieros de dichos accionistas, ubicados en diversas partes del planeta, sencillamente se creyeron lo que se afirmaba desde el poder político catalán, que se iba a una declaración unilateral, una DUI. Y recordaron lo que se viene asegurando desde Europa, que la independencia de Catalunya conllevaría su salida de la Unión. 

Tercera. Pequeñas y medianas empresas que dependen del mercado español. Por mucho que, desde el independentismo se asevere que este mercado no es relevante, resulta más que fundamental. Catalunya tiene un notable déficit comercial con el mundo que compensa, sobradamente, con el superávit comercial con España. El miedo al boicot, siempre incomprensible pero hoy posible, y la necesidad de estar cerca de los departamentos de compras de los grandes clientes, conducen al cambio de sede.

Analistas
financieros de todo el mundo creyeron lo que decía el Govern, que se iba
 una DUI

Cuarta. Para algunos empresarios el problema no es la inmediatez, es la perspectiva de estar gobernados durante los próximos años por partidos en los que dicen no confiar. Citan como ejemplo a Oriol Junqueras, vicepresidente económico que resta importancia a la fuga de empresas y apela a menudo a consideraciones religiosas para explicar el futuro de su propuesta. También a la confluencia liderada por Ada Colau cuya actitud, respetable, resulta fundamental para el éxito de un referéndum cuya finalidad manifiesta es una DUI. Pero que sorprende cuando, posteriormente, se alarma ante la aplicación de dicha DUI. Tampoco les estimula verse representados por esas patronales que convocan  huelgas, o responsabilizan de la fuga de empresas a una legislación que facilita el cambio de sede. 

Una consideración. Ninguno de esos economistas independentistas de reputación internacional predijo lo que está pasando. Aseveraron lo contrario. Felicidades.