ANÁLISIS

¿Por qué Feijóo ha dado marcha atrás?

Alberto Núñez Feijóo, en un desayuno informativo, en pasado enero.

Alberto Núñez Feijóo, en un desayuno informativo, en pasado enero. / periodico

Joan Tapia

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Este miércoles en Santa Pola, ¡qué prisa por abandonar Madrid!, Mariano Rajoy dijo que no tenía ningún mensaje para los candidatos a liderar el PP. Neutralismo total. Alguien sostiene que deja mejor a España (creciendo al 3%) que al PP, en una incierta guerra de sucesión. Alberto Núñez Feijóo, el presidente gallego, era el candidato ideal porque es un ganador (tres elecciones con mayoría absoluta en Galicia) y, aunque del PP como el que más, no está implicado en las desgracias y trifulcas del gobierno Rajoy y habría evitado la guerra civil entre Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal.

¿Por qué Feijóo no ha sido candidato? Alguien me dijo que para ser presidente de Gobierno se necesitaba una gran ambición y estar dispuesto a matar a la propia madre. Ha quedado claro que Feijóo no tiene esa ansía de poder. Al menos para ser líder de la oposición. Las encuestas estaban muy empatadas con Soraya, pero presumiblemente habría ganado porque a su arrastre en el partido hubiera unido el aparato de Cospedal, cuyo principal objetivo era que Soraya no triunfara. Pero ¿qué ganaba Feijóo que tiene por delante dos cómodos años en Galicia? Ser líder del PP, pero con Cospedal de secretaria general, sin acta de diputado y presencia en el Congreso, tener que administrar nuevas sentencias de la Gürtel, e ir a unas elecciones municipales y autonómicas en el 2019, y generales después, que no pintan nada bien. 

Quizás el prudente y calculador gallego ha pensado que el próximo líder del PP lo tiene crudo y que es mejor que la cabeza a cortar -si hay derrota- sea la de Soraya. O la de Cospedal. Luego, en el 2020, quizás el PP crea que es la solución. Si es así, bien. Y si no, a los 58 años y con una vida personal satisfactoria no pasa nada.

La lucha estará entre Soraya, la más valorada del gobierno Rajoy, de ideología Aranzadi (la juricidad como solución) y con algún tinte liberal, y Cospedal, más partidista y conservadora, que en Semana Santa reunió a cinco ministros para cantar el 'Soy el novio de la muerte' en un homenaje a la Legión. Ninguna puede levantar muy alta la bandera

renovación-regeneración. El riesgo de parecer el pasado ante Sánchez, si las cosas le siguen yendo bien, o Albert Rivera, si recobra el equilibrio, es alto. ¿Pablo Casado? Parece una renovación más ambiciosa que joven, con algún pecado y un gran desparpajo tras el que alguno adivina la sombra de Aznar. 

El combate va a ser duro, quizás descarnado. Me inclino a creer que Soraya acabará ganando. Está por delante en las encuestas y ha mostrado cierta capacidad (limitada) de diálogo. Ahí está la foto en que Oriol Junqueras le pasa el brazo por los hombros en señal de aprecio. Pero Cospedal va a tener el aparato y la militancia derechista para los que Soraya (y Rajoy) son “maricomplejines”. Cospedal es más abierta en privado que en público, pero no son buenos tiempos para los aparatos. Soraya quizás tiene la desmedida ambición que Feijóo aparca hasta el 2020, pero no es ninguna garantía. Ni de triunfo interno, ni frente al PSOE y Ciudadanos. Y el Aranzadi no es la Biblia.