EN CLAVE EUROPEA

Póquer a la turca con los refugiados

Dos refugiados en la frontera entre Grecia y Macedonia

Dos refugiados en la frontera entre Grecia y Macedonia / periodico

ELISEO OLIVERAS

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Si los líderes europeos no dudaron en violar el Tratado de la Unión Europea (UE) en los derechos de los trabajadores para contentar al primer ministro británico, David Cameron, ahora no han vacilado violar las leyes internacionales y humanitarias para intentar deshacerse de su responsabilidad con los refugiados. El preacuerdo UE-Ankara para devolver a Turquía a todos los refugiados que lleguen a Grecia es una mezcla de póquer político y bazar turco, que combina insolidaridad intraeuropea, choque de estrategias y maniobras electorales.

El preacuerdo con Turquía muestra, una vez más, que la cancillera alemana, Angela Merkel, dirige la UE de forma unilateral,Angela Merkel,  presentando a los demás líderes los diktats precocinados. El compromiso se forjó entre Merkel y el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, en una reunión previa de la que fueron excluidos el presidente permanente de la UE, Donald Tuskel presidente francés, François Hollande (teórico socio privilegiado) y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

El partido democristiano de Merkel (CDU) se enfrenta este domingo a un test electoral crucial en los länders de Renania-Palatinado, Baden-Württemberg y Sajonia-Anhalt, tras la llegada a Alemania de 1,1 millones de refugiados en el 2015. La cancillera aceptó el plan turco, pese a su dudosa legalidad y efectividad, para que la CDU acuda a las urnas con una aparente solución definitiva al problema de los refugiados y así cercenar las expectativas del populista Alternativa para Alemania (AfD).

CÁLCULOS ELECTORALES

Esos cálculos electorales olvidan que el auge de los partidos populistas y de extrema derecha, pese a su discurso antiinmigración, se nutre del rechazo ciudadano a la política neoliberal que aplican socialistas y conservadores en la UE y que ha conducido a la precarización laboral, a bajos sueldos, a autónomos subempleados y al empobrecimiento de la población, como muestran los estudios de Florian Schui, Herbert Kitschelt y Mathew Goodwin. Las recientes elecciones en Eslovaquia son un nuevo ejemplo: El primer ministro socialdemócrata, Robert Fico, basó su campaña en el rechazo total a los refugiados y pese a ello perdió la mayoría absoluta debido al malestar por las desigualdades y las carencias en la educación y la sanidad públicas.

El cálculo electoral también está detrás de la oferta del presidente turco, el islamista Recep Tayyid Erdogan, ya que la contrapartida de acelerar las negociaciones de adhesión a la UE y de suprimir en junio la exigencia de visado a los turcos, así como la tolerancia hacia su brutal autoritarismo, suponen un enorme triunfo. Esto le permitiría convocar elecciones anticipadas en busca de la deseada mayoría cualificada para reformar la Constitución hacia un modelo presidencialista e incluso islamizar el Estado.

El pacto Berlín-Ankara descolocó a Tusk, que con la colaboración de  Austria y del Este había impulsado el cierre de la ruta balcánicael cierre de la ruta balcánica para dejar a los refugiados bloqueados en Grecia. Austria y los países del Este consideran el problema resuelto con el cierre de la ruta balcánica y se muestran muy reticentes a suprimir el visado a los turcos, mientras que Merkel teme el colapso total de Grecia.

VISIÓN DISTORSIONADA DE CÓMO TURQUÍA TRATA A LOS REFUGIADOS

El pacto presenta una visión distorsionada de los 2,7 millones de refugiados en Turquía. Sólo unos 250.000 viven los campamentos organizados. El resto sobrevive en condiciones de extrema penuria por el país, sometidos a explotación y abusos. El pacto entrega además a Ankara la llave de qué refugiados recibirá la UE, como advirtió el líder liberal, Guy Verhofstadt. Dado el marcado islamismo de Ankara, la UE se expone a que las autoridades turcas seleccionen a los más radicales, en lugar de los poco motivados religiosamente que están llegando ahora a Grecia.

La efectividad del preacuerdo es dudosa, ya que exige que Turquía pueda ser calificado de "país seguro" y que la UE sea capaz de distribuir a los refugiados que envíe Turquía (uno por cada uno que acepte devuelto). El pacto del 2015 para recolocar a 160.000 ha fracasado y Gran Bretaña, Polonia, Hungría, Eslovaquia y la República Checa rechazan cualquier cuota.

La devolución a Turquía de los refugiados que lleguen a Grecia también resulta problemática. Primero, Ankara avisa que solo ocurrirá cuando se cumplan las contrapartidas. Segundo, choca con el derecho a apelación judicial contra la expulsión y la prohibición internacional de expulsiones colectivas. Y tercero, los refugiados no volverán de buen grado a Turquía, lo que requerirá el uso de la fuerza.