El revisionismo histórico
Polonia y el espectro del Holocausto
El Gobierno de Varsovia practica un nacionalismo agresivo que requiere quitarse de encima las culpas del pasado
Andreu Claret
Periodista y escritor. Comité editorial de EL PERIÓDICO
ANDREU CLARET
Quien haya visitado el gueto de Cracovia habrá oído el escalofriante dato con el que los guías resumen el impacto de la ocupación alemana. Desde que llegaron los nazis, el 6 de septiembre de 1939, hasta que los echaron los soviéticos, el 19 de enero de 1945, fueron masacrados 58.000 judíos, una cuarta parte de los habitantes de la ciudad. Nadie que no sea un malnacido pone en cuestión esta cifra. Y todo aquel que haya leído algo serio sobre la segunda guerra mundial sabe que Polonia pagó un precio más alto que nadie, con unos seis millones de muertos, tres de ellos judíos.
Hasta aquí cifras que constituyen un capítulo central del Holocausto: la mitad de los judíos que Hitler aniquiló eran polacos. Los datos son tan abrumadores que suelen suscitar pocas preguntas. Solo respeto, que se torna en postración silenciosa cuando uno se adentra en el campo de exterminio de Auschwitz, en las afueras de Cracovia. Allí, la pregunta se hace inevitable: ¿fue posible semejante monstruosidad sin cierta complicidad? No es una pregunta solo para polacos. La podríamos hacer a muchos europeos, pero en Polonia, es una pregunta tabú. Y más ahora, cuando el Gobierno ha promovido una ley que prevé penas de cárcel para quien subraye esta complicidad utilizando la expresión campos de la muerte polacos para referirse a lugares como Auschwitz, Birkenau, Sobibor, Majdanek o Treblinka.
La parafernalia del horror
El término no es correcto, desde luego, porque estos campos fueron ideados en Berlín y gestionados por alemanes. Auschwitz no fue un campo polaco, sino un infierno situado en la Polonia ocupada por el III Reich para matar judíos (90% de sus víctimas lo fueron), pero también comunistas, prisioneros políticos polacos y rusos, miembros de diversas etnias, homosexuales, masones, testigos de Jehová o discapacitados. No fueron polacos quienes idearon la parafernalia del horror que permitió eliminar a más de un millón de internados con cámaras de gas, fusilamientos, ahogamientos, descargas eléctricas, camiones de gas, hacinamiento, despeñamientos, martillos mecánicos o ‘invitaciones’ al suicidio.
Fueron alemanes a las órdenes del SS Obersturmbannführer, Rudolf Höss. Pero la ley aprobada por el Gobierno de Varsovia va más allá. Muchos temen que pretenda atajar el debate nunca concluido sobre la complicidad de algunos sectores de la sociedad polaca con lo que ocurrió durante la ocupación. Esta es la pregunta incómoda a la que nunca contestan en Cracovia: ¿hubo o no hubo connivencia y colaboración?
Se la plantee hace años a Adam Michnick, inmenso periodista y buen amigo. Un historiador acababa de revelar que el exterminio de cientos de judíos en el pueblo de Jedwabne había sido llevado a cabo por los vecinos. Gentiles polacos que aprovecharon la ocupación alemana para elevar su antisemitismo a categoría de crimen contra la Humanidad: los quemaron a todos vivos. Hubo que cambiar el monolito que culpaba a la Gestapo y la sociedad polaca encajó mal la sacudida. Para Michnick, cuya familia judía fue exterminada por los nazis y que sufrió también la represión estalinista, como disidente comunista, Jedwabne fue una revelación. Un estímulo a profundizar en la naturaleza de aquellos años de oprobio. Me contó historias de judíos salvados por ciudadanos polacos que no lo eran, pero reconoció las raíces profundas del antisemitismo. Recuerdo que me dijo: "yo soy polaco, pero frente al antisemitismo también soy judío". Y me habló de la necesidad de encarar estos episodios de colaboración. Como los hubo en Francia, y también en Lituania, Letonia, Estonia, Ucrania, Rusia y Bielorrusia.
Las culpas del pasado
He leído que Michnick mantiene una posición muy crítica hacia la orientación autoritaria del Gobierno polaco. Habla de ‘demokratura’. Una deriva que necesita de un nuevo relato, al que presta su colaboración la iglesia católica, siempre interesada en defender su identidad frente al mundo judío. Es un nacionalismo agresivo que requiere quitarse de encima las culpas del pasado. Hace tiempo que no he hablado con él, pero le imagino preocupado por las manifestaciones xenófobas de la extrema derecha que reclama echar a los judíos del poder (sic). Supongo que lo está también cuando piensa en el revisionismo histórico que puede fomentar una ley como esta. En una encuesta reciente, solo el 35% de los polacos asocian Auschwitz con un lugar de muerte para los judíos. El resto contesta que fue un campo de sufrimiento para polacos. Muchos judíos lo eran, desde luego. Pero la inmensa mayoría fueron exterminados por ser judíos.
- TiempoActivada la prealerta del plan Inuncat por lluvias en varios puntos de Catalunya: "Puede superar el umbral
- SanidadLa tosferina se dispara en Catalunya: los casos de este año ya multiplican por 13 los de todo 2023
- BarcelonaVídeo | Las olas causadas por la borrasca 'Nelson' vuelven a comerse las playas de Barcelona
- Internacional25 años de cárcel para Sam Bankman-Fried, el niño prodigio de las criptomonedas
- Ocio y CulturaMuere la periodista Anna Pérez Pagès, rigor y compromiso con la cultura
- SociedadDestrozos, puñaladas y "fiestas con escorts" en los nuevos rascacielos de lujo de Madrid: "Me fui por miedo
- SociedadUn menor y un hombre que intentaba salvarlo mueren ahogados por el oleaje en la playa del Miracle de Tarragona
- SociedadDani Alves acude a firmar a la Audiencia de Barcelona para cumplir con las medidas impuestas para su libertad