PRIMERO DE MES

La pobreza, si no se ve...

Najat El Hachmi

Najat El Hachmi

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Reaccionamos con urgencia ante incendios, terremotos, accidentes o inundaciones. Somos solidarios y empatizamos con el sufrimiento de los damnificados, pero si la catástrofe es invisible, de largo recorrido, afecta a un número de personas inalcanzable, si tiene múltiples causas y algunas de ellas imposibles de solucionar a menos que se tomen medidas comprometidas con la realidad, si una catástrofe no es ni natural ni accidental, si además es inherente a según qué clases sociales y barrios, entonces nuestra compasión tarda un poco más en llegar.

Una de estas realidades es la pobreza. Si en tiempos de bonanza ya era invisibilizada, ahora, cuando la vemos a cada paso, sus dimensiones son infravaloradas. Cada día tenemos datos e indicadores que describen los factores que aumentan la pobreza y la pobreza infantil: las cifras del paro, la cantidad de personas que no reciben ningún tipo de ingreso, familias que pasan con 400 euros al mes, las que no disponen de una vivienda, la precariedad de quienes "tienen la suerte" de tener trabajo, el encarecimiento de servicios básicos y un largo etcétera.

Podríamos admitir que las percepciones intuitivas basadas en las noticias pueden sobredimensionar un problema o dar una visión sesgada, y por ello es imprescindible la labor de organismos que sean objetivos, serios en el análisis de los datos, constantes en el seguimiento de lo que se analiza y, más importante aún: sin intereses partidistas de por medio. El Síndic de Greuges es una de las instituciones que más trabajan en esta dirección en Catalunya: sus informes son radiografías de la realidad debidamente fundamentados. De entre los colectivos de los que más se ocupa nuestro particular defensor del pueblo está el de los niños: estas personas que ni han decidido nada ni han elegido nada ni tienen poder para echar a los políticos que no gestionen bien los recursos públicos y cuya protección se estipula por ley.

El documento que ha elaborado el Síndic sobre la malnutrición infantil en Catalunya debería hacer caer la cara de vergüenza a todos los que tienen algún poder en este país. Aunque el informe detalla punto por punto esta cuestión con rigor y aportando los datos que demuestran las conclusiones a las que llega, el presidente de la Generalitat se ha apresurado a decir que no era cierto.

¿Qué hace todo un honorable patriota desautorizando y despreciando a una de las instituciones catalanas más antiguas y prestigiosas, una estructura de Estado que existía cuando Catalunya no era Catalunya? Ni idea. Imagino que, atareado como está entre Ítaca, Rusia, Madrid o Massachusetts, sin bajar nunca del coche oficial para pisar la mierda de sus 'nostradas' calles, niega lo que no ha visto nunca, como si el problema de la pobreza fuera una maldición bíblica y no una consecuencia directa de las políticas económicas.

Por ejemplo: ¿cómo puede ser que de 2010 a 2011 se hayan dado 10.000 rentas mínimas de inserción menos a familias con hijos a cargo? El 'president', su gobierno, todos los que deciden qué se hace con el dinero, todos sus cómplices, nos deberían explicar si la independencia necesita sacrificios humanos y deben ser los hijos de los pobres los primeros en ser arrojados a la boca del dragón.