EL ARTÍCULO Y LA ARTÍCULA

Pobres políticos

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zentauroepp38356985 madrid 05 05 2017 politica pleno del congreso en la imagen180112171815 / DAVID CASTRO

Juan Carlos Ortega

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Pobre gente. Alguien debería ayudarla a salir de la secta en la que está metida. Leyendo la prensa, oyendo la radio y viendo la tele, uno se da cuenta de hasta qué punto los políticos están manipulados. No por poderos ocultos, ni por los Iluminati o esas cosas raras de la conspiración. ¡Qué  va! No es nada de eso; somos nosotros quienes les manipulamos desde la mañana hasta la noche.

Y, por si eso fuera poco, tienen que aguantar que todos les acusen a ellos de manipular. ¡Encima! Desde que yo era pequeño, he oído decir siempre que los políticos nos comen el coco, que sus discursos están diseñados al milímetro para hacernos bailar al son que ellos quieren. ¿Nadie se da cuenta de que es precisamente todo lo contrario?

Empezamos a opinar de la prisión revisable y ellos, de repente, tienen la misma opinión que nosotros. Expresamos nuestro punto de vista sobre el machismo, y ahí están ellos repitiendo como loros, angelitos, lo mismo que nos ha dado por decir. Da igual lo que pensemos, por estrambótico que sea, porque ellos no tardan ni diez minutos en razonar del mismo modo. Los políticos son los seres con menos personalidad del mundo. Hacen suyo nuestro discurso a las pocas horas de que lo hayamos pronunciado. Empezamos a escribir opiniones en las redes sociales y ellos teclean cosas similares al cabo de nada.

Esto es una secta, pero ellos no son los líderes que siempre habíamos imaginado. Al contrario de lo que continuamente se dice, somos nosotros los malditos manipuladores sin escrúpulos.

Empezamos a opinar de la prisión revisable o del machismo, o de lo que sea, y ellos, de repente, tienen la misma opinión que nosotros

Alguien podría objetar que nos siguen la corriente, que fingen opinar igual que nosotros para, con malas artes, obtener nuestra confianza. ¡Qué va! No son tan listos. De verdad que opinan lo que nosotros les digamos que han de opinar.

Ya está bien de hacernos los pobres desvalidos, cuando en realidad somos los verdugos. Se acabó la tontería esa de que «nos manipulan», de creer que somos víctimas. Estamos aprovechándonos de una pobre gente sin criterio. Pobres políticos. Y encima les hacemos ir con miedo por la vida. Si uno de ellos empieza a pensar por sí mismo y dice lo que realmente se le pasa por la cabeza, se ve obligado a pedir perdón al instante, diciéndonos, destrozado y lloroso, que se le ha sacado de contexto, que no nos equivoquemos, que de verdad piensa igual que su amada ciudadanía.

Deberíamos dejar de ser así con ellos y empezar a darles libertad de pensamiento. Son seres humanos también, como usted y como yo. Hemos de procurar que confíen más en ellos mismos, que no estén esperando a que nos pronunciemos para saber qué diablos han de pronunciar ellos.

Señores políticos, valórense ustedes más. Atrévanse a pensar por su cuenta y a decir algo que incluso pueda no gustarnos. Quiéranse un poco más, porque tanto seguirnos la corriente de manera ciega da mucha pena.