Ventana de socorro

Pobres y limpios

Desorden y miseria conviven mal y ser desordenado es un lujo que nos podemos permitir solo los occidentales

ÁNGELES GONZÁLEZ-SINDE

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Cuando a principios del siglo XX mi bisabuela Catalina se mudaba desde el barrio de Cuatro Caminos al de Lavapiés, las pertenencias de la familia cabían en un carro. De mi bisabuela Valentina todo lo que ha quedado son una foto de la boda y unos platos de cerámica de Manises, ciudad en que se casó y desde la que se trasladó a Madrid. También un tenedor de latón ancho y ligero muy bueno para batir huevos. No acumulaban (porque no podían) ni ropas ni enseres, no hubieran necesitado en definitiva el libro de Marie Kondo, 'La magia del orden', que en Sant Jordi fue uno de los más vendidos. El manual entiendo que aspira a hacernos pensar sobre todo lo que acumulamos en nuestras casas, cómo lo adquirimos, por qué y para qué. Es una buena aspiración, pero muchísimo más compleja de lo que promete Kondo. No cambiaremos hábitos de consumo en tres días de limpieza general porque están sólidamente construidos sobre creencias.

Lo explicaba más claramente Don Draper (o su creador, el guionista Matthew Weiner) en un episodio de 'Mad Men': «La publicidad se basa en una sola cosa, la felicidad. ¿Y tú sabes lo que es la felicidad? La felicidad es el olor de un coche nuevo. Es liberarse del miedo. Es una valla publicitaria que te dice con seguridad que lo que estás haciendo está bien. Que tú estás bien. Un buen producto, un buen anuncio nos pueden salvar a todos de la insuperable tristeza del pasado, la desesperación del presente y las dudas sobre el futuro».

Podría decirse que tener la casa en orden cuando se es propietario de tan poco como mis antepasadas no tiene mérito, pero también que desorden y miseria conviven mal y que precisamente ser desordenado es un lujo que nos podemos permitir solo los occidentales. Cuando se es pobre conviene ser limpio, como nos enseñan tantas mujeres africanas que lo primero que hacen al levantarse, antes de ir a por agua o procurar alimento a su prole, es barrer y barrer el suelo de tierra de sus cabañas de adobe y paja. Estaría bien que alguna redactara su contestación a Marie Kondo. 

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