AL CONTRATAQUE

Pitos a Torra

Ahora el costumbrismo, como no se puede meter con Sánchez, se mete con el Rey al que culpa de todos los males

El Rey Felipe VI junto al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y el presidente de la Generalitat, Quim Torra.

El Rey Felipe VI junto al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y el presidente de la Generalitat, Quim Torra. / periodico

Xavier Sardà

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Han sido unos días llenos de inquietudes atómicas. La carta al Rey de los 'expresidents' para que el Monarca pida perdón y, además, la duda hasta última hora de si Torra plantaría o no al Rey. Ahora el costumbrismo, como no se puede meter con Sánchez, se mete con el Rey al que culpa de todos los males. Están 'arrajoyando' al Rey. Observo que se hace República como pidiendo permiso y con gestos menudos. "Que pida perdón..."  Y ¿si pide perdón, 'què farem'?... ¿Qué pasara si pide perdón?... le diremos que gracias y, ¿qué más? ¿Le pediremos algo más en 15 días o tres semanas? Los soberanistas ningunean a Sánchez, porque en realidad preferían a Rajoy.

No quieren ver a Sánchez y su nuevo Gobierno porque suscita una España menos odiosa, menos categórica, menos maligna, menos fétida, más dialogante y más europeísta, razones por las cuales se encaran al Rey, imaginando que en lugar de Felipe VI estuviésemos en tiempos de Felipe V. Medio imaginan quizá que estamos en aquel ultra mixtificado y romántico 1714.

El otro día uno de esos 'consellers' ignotos dijo que el Rey tiene que mediar entre España y Catalunya. Menudo lío, el pobre. Será entre el Gobierno español y el Govern. Catalunya es mucho más que lo que pasa por la mente del tal 'conseller', que  hace tiempo  escribió: "¿Sabéis la diferencia entre un español y un  mongol?: Una medalla".

El caso es que finalmente Puigdemont le dio permiso a Torra para acudir a Tarragona, donde se ganó una notabilísima pitada, que los periódicos catalanes se han encargado de disimular. Ignoro la razón por la cual se pretende ocultar lo que vimos en directo. El alcalde de Tarragona saludó al Rey, al presidente del Gobierno y cuando saludó a Torra, gran pitada de un público, puede que monocolor.

Escribir una carta al Rey, la duda sobre si acudir o no a Tarragona y la ruptura de relaciones diplomáticas con la monarquía, son tareas intelectuales de tan enorme envergadura que, al lado del Rey y de Sánchez, Torra no hacía buena cara. Luego la pitada, que sin duda Torra considera que es libertad de expresión. Cuando en otras ocasiones han pitado al Rey, los 'indepes' han dicho siempre que era puro ejercicio libertario. Torra fue el rey por unos instantes ante un público, eso sí, desafecto.

Divergencias en el Govern

Quizá los secesionistas deberían prestar más atención a las divergencias mayúsculas entre Esquerra y Junts per Catalunya. No coinciden ni en el diagnóstico de lo que falló aquel octubre del 2017. Tenemos un Govern con más tensiones que las habidas entre Cospedal y Soraya, pero a la catalana.  Nos preguntamos cuál es el programa de gobierno conjunto. Quién sabe. Bueno, en realidad lo decide Puigdemont.

 En fin, la Generalitat rompió relaciones con la monarquía, y el público de Tarragona rompió relaciones con Torra. ¡Qué duro!