Si me necesitas, silba

fcasals38643593 himno170528133927

fcasals38643593 himno170528133927 / periodico

JUANCHO DUMALL

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Es una de esas frases famosas del cine que nunca fueron pronunciadas. Se le atribuye al personaje que Lauren Bacall interpreta en ‘Tener y no tener’ (Howard Hawks, 1944). “Si me necesitas, silba”, le habría dicho Bacall a Humphrey Bogart, cuando lo que de verdad le dice es: “No tienes que decir nada ni hacer nada. Solo silba. ¿Sabes silbar, no? Juntas los labios y soplas”.

Eso, juntar los labios y soplar, es lo que cada final de la Copa del Rey hacen miles de aficionados del Barça cuando suena el himno nacional español. El soberanismo ha encontrado en la retransmisión televisiva de uno de los partidos con mayor audiencia del año el escaparate idóneo para expresar su desafección.

Y cada año se reproduce la misma polémica. La pitada, dicen unos, es contra un símbolo al que se le debe respeto y por eso puede ofender a muchas personas. Silbar al himno, dicen los otros, es una manifestación libremente expresada de rechazo a un Estado en el que no estamos a gusto. Y así seguimos, año tras año, mientras el cuerpo y el Barça aguanten, haciendo de los silbidos al himno un ritual incorporado a la final, como los cánticos de la grada o las cervezas de antes de entrar al estadio.

Esos silbidos, con el Rey en el palco y las autoridades con cara de circunstancias, son una muestra moderna de la “conllevancia” entre Catalunya y España a la que hacía referencia Ortega y Gasset en 1931, cuando se tramitaba el Estatut republicano.

LA ÚLTIMA PITADA

Los pitidos de este año llegan, eso sí, en un momento especial, justo cuando la Generalitat se dispone a organizar un referéndum de autodeterminación que el Gobierno central dice que impedirá, y cuando en algún cajón de los que mandan en Catalunya duerme un proyecto de ley de desconexión que equivale a declarar la independencia de forma unilateral. De hacer caso a la propaganda del independentismo exprés, la del sábado sería la última pitada al himno español en una final de Copa. Pero la realidad es otra. Habrá choque de trenes que nadie sabe cómo acabará. Pero de momento, el soberanismo, como Lauren Bacall, nos invita a cerrar los labios y soplar.