La futura revolución enérgetica

La pirámide de los recursos

Investigaciones recientes demuestran que la producción de gas a través de hidratos no es una quimera

Campo de extracción de petróleo en EEUU, el país que más barriles pondrá en el mercado.

Campo de extracción de petróleo en EEUU, el país que más barriles pondrá en el mercado.

MARIANO MARZO

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Un nuevo avance tecnológico ha permitido a la compañía Japan Oil, Gas & Metals National Corporation (JOGMEC) completar con éxito una prueba de extracción del metano contenido en depósitos de hidratos de gas localizados en la fosa de Nankai, bajo las aguas del Pacífico. Por otra parte, un equipo liderado por la empresa india Oil and Natural Gas Corporation Limited (ONGC) ha descubierto vastas acumulaciones, potencialmente explotables, de los compuestos citados en la bahía de Bengala, en el Indico. Ambas noticias resultan significativas por la gran dependencia de las importaciones energéticas de India y Japón. No en vano, los hidratos de gas localizados en la fosa de Nankai contienen unos recursos de metano cercanos a los 1,1 billones de metros cúbicos, volumen equivalente al empleado para cubrir las importaciones de gas natural licuado de Japón durante 11 años.

Los hidratos de gas son sustancias sólidas naturales, con apariencia de nieve helada, caracterizadas por una estructura clatrática (o en jaula) formada por un entramado cristalino de moléculas de agua que atrapan en su interior moléculas de hidrocarburos gaseosos, principalmente metano. Dentro de su jaula de hielo las moléculas de metano están comprimidas por un factor aproximado de 164, de modo que a presión y temperatura atmosféricas un metro cúbico de hidrato de gas libera 164 metros cúbicos de gas y 0,8 metros cúbicos de agua. Este factor de concentración confiere especial relevancia a los hidratos de gas, desde el punto de vista de su potencial energético como desde una perspectiva de riesgos geológicos y del cambio climático.

Los compuestos descritos son estables bajo condiciones de presión moderadamente alta y de temperatura moderadamente baja. Estas condiciones, junto a la presencia del agua y del gas necesario para la génesis del hidrato de gas, se dan tanto en tierra firme, en el subsuelo permanentemente helado (o 'permafrost') de las regiones árticas, como en los sedimentos localizados en los fondos marinos. En el transcurso de las últimas décadas los científicos han venido insistiendo sobre las vastas reservas de metano atrapadas en dichos lugares. Pero también advertían que su desarrollo comercial constituía una posibilidad aún lejana. Como consecuencia, la exploración y producción de gas a partir de los hidratos ha tenido una prioridad baja para la industria, que apenas se ha movilizado para aprovechar esta potencial oportunidad de negocios.

RECURSO COMERCIALMENTE VIABLE

Sin embargo, esta perspectiva está empezando a cambiar como resultado de investigaciones recientes, como las comentadas en Japón e India, emprendidas conjuntamente por organismos gubernamentales (como por ejemplo el Servicio Geológico de EEUU), consorcios internacionales de empresas, universidades y otros centros de investigación. Dichas pesquisas han demostrado que la viabilidad de la producción de gas a partir de los hidratos no es una quimera y que dicha viabilidad está más condicionada por las limitaciones en infraestructuras que por motivos técnicos. De hecho, si los precios del gas natural se mantuvieran altos, no es descabellado pensar que los hidratos de gas puedan emerger como un recurso comercialmente viable.

Una posibilidad que de concretarse cambiaría radicalmente el panorama energético global. Básicamente porque algunas estimaciones recientes sitúan el volumen total de gas contenido en los hidratos entre 1.000 y 5.000 billones de metros cúbicos. Es decir, de una cantidad entre 5 y 25 veces superior a los 187 billones de metros cúbicos que a finales del 2015 constituían las reservas probadas globales.

UNA VISUALIZACIÓN EN FORMA DE PIRÁMIDE

A menudo escuchamos que el petróleo, el gas o el carbón se acaban. En realidad esto no es así. La disponibilidad de recursos minerales en general y de combustibles fósiles en particular puede visualizarse mediante una pirámide. La superficie de cada nivel en la pirámide da una idea de la cantidad de recursos de la que disponemos, y a medida que descendemos desde la cúspide dicha cantidad aumenta. Sin embargo, también ocurre que cuando bajamos de nivel en la pirámide -por ejemplo, desde el gas convencional al 'shale gas' (o gas de 'fracking') y de este a los hidratos de gas- la concentración del recurso es cada vez menor, de modo que la extracción se hace cada vez más dificultosa, tanto desde el punto de vista tecnológico, como del coste económico, del impacto ambiental y de la cantidad de energía necesaria para su extracción.

Con toda probabilidad, la era de los hidrocarburos no acabará por su agotamiento físico, sino mucho antes, cuando en nuestro descenso en la pirámide topemos con algún límite insalvable de naturaleza económica, medioambiental y/o termodinámica.

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