El perro de su amo

Cuatro millones y medio de parados. Sube el gas, la luz, el transporte, los peajes, el agua… Desaparecen el cheque-bebé y los 426 euros para parados de larga duración. Salarios congelados, recortados y el fantasma del paro a la vuelta de la esquina. Y, aun así, lejos de unirnos y hacer frente a los que quiebran nuestro bienestar, giramos sobre nosotros mismos, como el perro que se persigue la cola, y miramos con odio a nuestra sombra.

Nos flagelamos por haber vivido por encima de nuestras posibilidades, en vez de arremeter contra los que buscaron, animaron e incitaron a firmar hipotecas imposibles a personas incapaces de asumir sus cuotas. Y se lucraron con ello.

Nos fustigamos tiñiendo el mapa de Europa de gobiernos conservadores. Porque aunque la izquierda ha demostrado ser impotente para defender la esencia de su ideario, no deja de ser paradójico que ofrezcamos el poder a los que dan amparo a los culpables.

Nos mutilamos buscando al enemigo en el rostro del inmigrante que solo posee una vida de miseria, mientras rendimos pleitesía a los que robaron nuestros ahorros.

Y así seguimos dando vueltas, dándonos dentelladas, mientras los amos del mundo aplauden nuestro patético espectáculo. Un detalle más: muere CNN+ y de las cenizas del periodismo surge un Gran Hermanonon stop. No sea que el perro piense y mire más allá de su sombra.