La rueda

Perfección imposible

NAJAT EL HACHMI

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Ya hace años que actrices y modelos perdieron el poro. Sobre todo en publicidad, revistas de moda y catálogos, a las mujeres empezaron a borrarles los pequeños, minúsculos orificios de la piel. No solo las arrugas, líneas de expresión, verrugas, granos, manchas de nacimiento, pelusilla o cualquier rastro de vellosidad instalada allí donde no toca. No busquen ustedes en ellas, por supuesto, ninguna mancha de nacimiento ni piel de gallina. La irregularidad no existe en el mundo ideal de la moda o la cosmética. En cuanto a los cuerpos, ya sabemos que los recortes por aquí y por allá son sistemáticos: menos cintura, más pecho, un culo redondo de niña sin rastro de adiposidades y un bache grotesco entre las piernas.

El domingo, el suplemento 'Dominical' de este diario publicaba unas fotos de Inma Cuesta que ella ha denunciado como retocadas en su Instagram sin mencionar el hecho, que puede que ella misma desconociera, de que los cambios se habían hecho a petición de la agencia que promociona su última película. Este lamentable incidente pone sobre la mesa un debate que no ha sido ni abordado con profundidad ni mucho menos resuelto. El problema del Photoshop es enorme y dibuja una realidad femenina cada vez más alejada de la verdad, cada vez más imposible. La mutilación digital de la anatomía femenina es sistemática en algunos ámbitos. Por eso hay voces que hace tiempo que piden una regulación al respecto.

La decisión tomada por este diario de hacer constar las fotografías que han sido retocadas sería una muy buena práctica que todo el sector debería asumir, pero con esto no será suficiente. Las mismas afectadas deberían hacer un frente común, pero también legalmente ya sería hora de que se regulara el uso de una herramienta tan potente que condiciona la forma en que nos miramos en el espejo, y sobre todo, condiciona cómo se miran en el espejo las más jóvenes.