Bruselas

"Tan importante es trabajar para acabar con atentados como los que están asolando Europa como que Europa se refuerce en sus instituciones y sus valores"

PERE PUIGDOMÈNECH / BARCELONA

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Un atentado ha acabado con la vida de 33 personas en el aeropuerto y el metro de Bruselas. Son lugares por donde pasamos a menudo los que vamos a la capital belga para participar en actividades de las instituciones europeas. Parece que sus autores pretenden imponer formas de vida que los europeos hace tiempo que hemos rechazado de forma mayoritaria. Europa está en un momento de dudas sobre su futuro. Tan importante es trabajar para acabar con atentados como los que están asolando Europa como que Europa se refuerce en sus instituciones y sus valores.

Bruselas es muchas cosas al mismo tiempo. Es la capital de Bélgica, un país federal con tres comunidades y capital de una de ellas. Es la sede de la Comisión Europea, del Consejo Europeo y una de las sedes del Parlamento. También es la sede de la OTAN, de otras instituciones menos conocidas y de una multitud de asociaciones que tienen a menudo funciones de lobi y para ellas es una ventaja estar tan cerca de los parlamentarios, representantes de los estados y funcionarios.

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Pero en Bruselas viven ciudadanos con necesidades similares y problemáticas cercanas a las que hay en tantas ciudades europeas. Ha habido emigraciones diversas, con sus costumbres y sus religiones, que no siempre conviven fácilmente. Tampoco es fácil la integración de los hijos de la inmigración en sociedades que se llaman abiertas y democráticas, pero de las que algunos se sienten excluidos y terminan cayendo en la trampa de la violencia.

En la Unión Europea acabamos de vivir un episodio de crisis con la dificultad de enfrentar la avalancha de refugiados que huyen de guerras civiles largas y destructivas. No parece que las propuestas que se hacen estén a la altura de los valores que en Europa decimos defender. A pesar de ello y de los atentados, hay que seguir trabajando en Europa, yendo al aeropuerto y tomando el metro para construir una Europa que sobrepase intereses, integre a sus ciudadanos y no se cierre al mundo. Y deben continuar programas como el Erasmus, en el que acabamos también de perder a 13 jóvenes que tenían en sus manos el futuro de Europa.