MES FATAL

Perdida la memoria de agosto

A uno le gustaría empezar septiembre, perdida la memoria de agosto. Borrado el recuerdo de esos 31 días

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barcelona atentado rambla barcelona televisión / JORDI COTRINA

JOSEP MARIA POU

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A uno le gustaría empezar septiembre, perdida la memoria de agosto. Borrado el recuerdo de esos 31 días. En mi mundo seguirían Terele Pávez y Nati Mistral, Barbara Cook y Jerry Lewis, Joseph Bologna y Mireille Darc, Basilio Martín Patiño y (permítanme la referencia más íntima y personal) José María Morera, de quien tanto aprendí. Seguirían también entre nosotros los fallecidos en los atentados de la Rambla y Cambrils. Seguirían sin trauma, sin rastro de fracturas ni hematomas, los heridos por la misma causa. Seguirían felices, sin cicatrices de por vida, tantas víctimas indirectas. Seguiríamos hablando solo de canícula, de fiestas vecinales, de atascos a la vuelta y del resto de tópicos a los que acudimos sin rubor cada verano. Y seguiríamos moderadamente felices. 

Pero ya no es posible. Este agosto se ha grabado como a fuego en la memoria. De nada sirve arrancar la hoja y hacer del calendario otra víctima. No nos queda sino sumar la verdad de este verano a las muchas que ya llevamos a cuestas y entrar erguidos, decididos, responsables –que cada uno apechugue con lo suyo– en los primeros días de septiembre.

Nunca me gustó septiembre. En mi época de estudiante era el mes de los repetidores, el de los 'cateados' en junio, el culpable de un verano pegado a la asignatura maldita y al divertirse con remordimiento. Buscándole el lado bueno se puede pensar que era, también, el mes de las segundas oportunidades, pero no me sirve. Septiembre ha sido siempre, para mí, sinónimo de desazón. Algo empieza –un curso nuevo, una nueva temporada– que nunca sé adónde me llevará. No estoy tranquilo. Y si eso me ocurre de normal, no quiero ni contarles lo que estoy pasando ahora. 

Cómo me gustaría, de una sola zancada, plantarme en noviembre, mi mes favorito (nací Escorpio y eso marca querencia). Pero sé que como no puedo olvidar agosto tampoco puedo evitar septiembre. Ni octubre. Así que me armo de valor, de optimismo, de esperanza, y le abro la puerta a lo que venga. Que sea lo que ustedes quieran.