La perdición de los hombres

Conocemos, principalmente, a la escritora británica Daphne du Maurier (1907-1989) por su novela de 1938 'Rebeca' y, sobre todo, la adaptación cinematográfica de Alfred Hitchcock, quien también se basó en uno de sus relatos cortos para dirigir 'Los pájaros'. Posteriormente, Nicolas Roeg se inspiró en uno de sus cuentos más aterradores para rodar la excelente 'Don't look now'. La New York Review of Books publicó una excelente antología de sus relatos que, lamentablemente, no se ha traducido al español: cuesta encontrar los libros de la señora du Maurier en nuestras librerías, de ahí que se agradezca la reciente publicación de 'Mi prima Rachel' (1951) por parte de la editorial Alba.

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Yo diría que Daphne du Maurier es un claro precedente de eso que ahora se conoce como 'domestic noir', subgénero negro practicado mayoritariamente por mujeres, cuyas tramas se desarrollan en el hogar o algún otro entorno aparentemente apacible (véanse novelas recientes como 'La chica del tren', de Paula Hawkins, o 'La viuda', de Fiona Barton). Si en 'Rebeca', la protagonista era una arpía de abrigo adorada por el merluzo de su viudo, el señor De Winter, y su sáfica ama de llaves, la señora Danvers, en 'Mi prima Rachel', otra muestra de insólita y fascinante misoginia femenina, la perdición de los hombres -que suelen ser unos badulaques dispuestos a creerse cualquier cosa en los textos de nuestra autora- es una viuda italo-británica que primero fascina al primo y tutor del narrador y posteriormente a éste, determinada a arruinarlos y, si se tercia, enviarlos a la tumba (con la complicidad de un italiano siniestro llamado Rainaldi).

Realmente, el punto de vista de la señora du Maurier sobre sus compañeras de sexo es de los que dan pábulo a la teoría machista de que la amistad entre mujeres es imposible. Para nuestra autora, el hombre es un merluzo sin solución, y la mujer, una especie de 'vagina dentata' que, bajo una apariencia de dulzura, oculta un monstruo de avaricia, ambición y egoísmo. Una visión no muy feminista, ciertamente, pero capaz de producir artefactos tan retorcidos como 'Rebeca' y 'Mi prima Rachel'. Y, en el fondo, una visión desesperada de la condición humana en la que el hombre merece ser la víctima de la mujer sin escrúpulos.