Pequeño observatorio

El pequeño amigo amarillo

JOSEP MARIA Espinàs

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Hay inventos científicos que son el resultado de largas y complicadas investigaciones. Hay inventos que tienen una base técnica, matemática, química, eléctrica. Y hay inventos que son de una sencillez increíble. Se acostumbra a citar como ejemplo de algo pequeño, útil y bien pensado el popular clip, ese pequeño alambre doblado que se encuentra en todas las oficinas. Y en muchísimos hogares.

Sirve, básicamente, para juntar papeles que conviene que no se dispersen. Un eslogan publicitario podría ser: Si todas las oficinas necesitan orden, todas las oficinas necesitan clips. Yo los utilizo a menudo. Cuando escribo un texto que ocupa dos o tres páginas, las uno con un clip para que no se mezclen unas con otras. Y de un tiempo a esta parte, aprovecho un nuevo pequeño invento perfecto: el post-it. El papelillo, habitualmente amarillo --también lo hay de otros colores--, que puede adherirse a un papel, una mesa, una carpeta.

Leo un libro y quiero marcar una página, le engancho un post-it. Si al día siguiente tengo que telefonear a alguien a primera hora o no puedo olvidar una cuestión urgente, lo anoto en un post-it. Si lo engancho en mi mesa, el color amarillo me saltará en seguida a los ojos, por la mañana, de modo que la anotación no se confundirá entre otros papeles. Cada cual puede utilizar esta herramienta de acuerdo con sus necesidades. Puede significar prioridad, memoria rápida o remota, quizá una miniagenda siempre visible. Puede indicar qué página de un informe debemos ir a buscar. Dicen que el post-it se le ocurrió a un lector a quien se le cayeron al suelo los papelitos indicativos que había ido intercalando en páginas de la Biblia.  El invento del post-it es un ejemplo de los magníficos resultados que puede proporcionar la actividad mental de asociación. El papel de un lado, y los adhesivos de otro, ya estaban inventados. Alguien tuvo la ocurrencia de asociar estas dos realidades: añadir a un papelillo una pequeña franja adhesiva.

A esto puede llamársele creatividad. Esta palabra ha sido abusiva y pretenciosamente utilizada. Crear es hacer de la nada, y esto no está a nuestro alcance. Pero la creatividad posible es la que se obtiene gracias a la asociación de dos cosas ya existentes que antes no habían sido relacionadas. La idea no es mía, la formuló Artur Koestler. Él le llamaba "capacidad de bisociación". Saber observar y después saber asociar las observaciones. El cerebro trabaja. Siempre he pensado que esto debería enseñarse en las escuelas.