'Vientres de alquiler'

Pensar en el eslabón más débil

También en la gestación subrogada la sartén la sostiene quien tiene la chequera más grande

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ÁNGELES GONZÁLEZ-SINDE

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Antes estaba a favor. Lo veía clarísimo. Nuestro país ha logrado organizar de forma modélica la donación de órganos, ¿cómo no va a ser capaz de organizar esto? Y además, como mujeres feministas, ¿no decimos que si nosotras parimos nosotras decidimos?, ¿por qué tiene nadie que limitar mi derecho a albergar en mi útero por unos meses el hijo de otros si es mi voluntad? Hasta que tuve una fuerte discusión con una amiga a la que respeto y que se opone. Entonces decidí investigar y descubrí varias cosas. Una que el quid de la cuestión está en la palabra "comercial" porque estamos hablando no de la gestación subrogada altruista, como altruista es en nuestro país la donación de órganos, sino de la gestación subrogada comercial.

También comprendí que esta forma de tener hijos es el último y a veces único recurso para personas que se ven excluidas de la adopción internacional por ser parejas del mismo sexo o por su estado civil. La maternidad subrogada por lo tanto responde a un desequilibrio y también a una posibilidad real. Una quiere combatir la discriminación y que todos puedan tener hijos sin diferencias, pero por otro lado es imprescindible hacerse una pregunta igualmente dura: ¿a qué precio?

Interconectados

Algunos objetarán: podemos hacer una ley garantista para la madre gestante, para el nasciturus, para los padres. No debemos cerrarnos posibilidades solo porque haya países lejanos en los que se abuse, se explote, se trafique con la necesidad económica de las mujeres. Pero en el 2017 todos estamos interconectados. Cuanto ocurre en Ucrania, Vietnam, Laos, Camboya o Myanmar (algunos de los países donde existe la práctica) nos afecta. Y viceversa. Si la legalizamos aquí, permitimos que se prolonguen situaciones abusivas en otros países.

Otros me rebatirán diciendo: es imparable, la ciencia lo permite, hay que evolucionar con ella. Cuando la India o Thailandia la han prohibido, las madres gestantes simplemente surgen en países colindantes como Nepal o Laos. Siempre habrá un territorio donde hacerlo. Es mejor aprobar leyes sólidas que mirar hacia otro lado. Lamentablemente es cierto, pero no todo se puede y se debe comprar y vender. Hace mucho tiempo que la esclavitud nos parece una práctica aberrante, como también nos parece aberrante comprar o vender un hígado, un riñón o la córnea para un transplante.

Hay también quienes sostienen que la gestación subrogada comercial es una forma de trabajo como otra, que no debe mitificarse, sino crear garantías para su libre ejercicio. Pero no suele ser esa la realidad. El uso del cuerpo de una desconocida para nuestros fines reproductivos debería comportar un conocimiento profundo de cómo vive esa mujer que nos hace el favor, cuánto le pagarán realmente las agencias mediadoras, y eso no suele darse nunca. Esa mujer que parirá nuestro niño en la otra punta del globo, no decide mucho. En lugar de ser el eslabón más fuerte de la cadena, resulta ser el más débil y expuesto y no tiene, por el momento, la sartén por el mango. La sartén la sostiene, como siempre, quien tiene la chequera más grande.