Al contrataque
Pedro, Pablo y la santa paciencia
Xavier Sardà
Periodista
Es licenciado en Ciencias de la Información, con una amplia trayectoria en radio y televisión. Su actividad se centra actualmente en tertulias de carácter político.
XAVIER SARDÀ
Pedro y Pablo. Pablo y Pedro, a pocos días de la Anunciación. No hay duda de que Pablo cree en todas las cosas que están escritas en la ley y los profetas. Esto ciertamente incluye los mandamientos concernientes a carnes limpias e impuras (como es encontrado en Levítico y Deuteronomio). Pero Pablo relaja el mandato contra las carnes impuras. Pablo dice: «Nada es de ser rechazado si es recibido en acción de gracias».
Por su parte, Pedro nos dice: «Renuncien a toda maldad, a todo engaño, a la hipocresía, a la envidia y a toda clase de maledicencia».
Pablo responde: «Tú que pretendes ser juez de los demás -no importa quién seas- no tienes excusa, porque al juzgar a otros, ya haces lo mismo que condenas».
A lo que Pedro contesta: «Vivan todos unidos, compartan las preocupaciones de los demás, ámense como hermanos, sean misericordiosos y humildes. No devuelvan mal por mal, ni injuria por injuria. Al contrario, retribuyan con bendiciones, porque ustedes mismos están llamados a heredar una bendición».
A lo que Pablo añade: «Considero que los sufrimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria futura que se revelará en nosotros. En efecto, toda la creación espera ansiosamente esta revelación».
Le dice Pedro seguidamente: «Queridos míos, yo los exhorto. No cedan a los deseos carnales que combaten contra el alma. Observen una buena conducta en medio de los paganos y así, los mismos que ahora los calumnian como malhechores, al ver sus buenas obras, tendrán que glorificar el día de su visita».
EL EDIFICIO DE LA FE
Pablo, pensativo, añade: «Ante todo, te recomiendo que se hagan oraciones, peticiones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres, por los soberanos y por todas las autoridades, para que podamos disfrutar de paz y de tranquilidad, y llevar una vida piadosa y digna».
Se dice que Pedro y Pablo dieron prueba de un gran testimonio. Se dice que son las columnas del edificio de la fe. Gracias a ellos se extendió por el mundo. La festividad de Pedro y Pablo se conmemora solemnemente el mismo día, el 29 de junio.
¿Hay alguna forma, humana o divina, de que Pedro y Pablo pacten de una puñetera vez? ¿Tendremos que esperar cual mártires pacientes hasta el día de su santo? ¿No hay piedad? Si este pacto es imposible, también forma parte de la fe la capacidad ascética de la abstinencia. Sí, esa especie de disciplina espiritual que nos eleva más allá de la vida normal del deseo. La abstinencia es una renuncia sí, pero una renuncia que nos lleva a un ideal. ¿Hay alguna remota posibilidad de que Mariano o Pablo se abstengan? Con un buen discurso estarían en camino directo a la beatificación el uno, y a la Moncloa el otro. Sea como fuere, ¡que alguien haga alguna cosa!
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