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Pedro Arriola y las tonterías justas

CAIXABANK Clientes en cajeros de la sede de la Diagonal de Barcelona, ayer.

CAIXABANK Clientes en cajeros de la sede de la Diagonal de Barcelona, ayer.

Jesús Rivasés

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En Madrid, Pedro Arriola, el sociólogo protoaseor deRajoy, que también aconsejó a Aznar hasta que al final se distanciaron, dice coloquialmente con frecuencia: "Tonterías, sólo las justas". Sobran las traducciones, pero en tiempos de confusión quizá hay que aclarar que la expresión del gurú del inquilino de la Moncloa significa que hay que cometer el menor número de errores posibles, "los precisos" y sobre todo evitar los innecesarios o contraproducentes. 

Todos -desde Puigdemont hasta Rajoy- han cometido errores en el asunto catalán y, con la aplicación del artículo 155 en el horizonte inmediato, se pueden multiplicar y algunos pueden ser letales para la economía catalana y dañinos para la española. España, incluso en el hipotético e imposible caso de la independencia de Catalunya, todavía seria la cuarta economía de la Unión Europea y a mucha distancia de la quinta, algo que es una fortaleza económica en el área euro.

Las últimas decisiones del Govern de Puigdemont y, sobre todo, la incertidumbre, ha provocado el cambio de sede social de 1.300 grandes y medianas empresas, por ahora. En la práctica totalidad de los casos han sido recibidas con los brazos abiertos en los lugares elegidos como sede social, ya sea Valencia, Alicante, La Rioja, Asturias, Zaragoza o Huesca. En Madrid había más costumbre, pero las empresas -y los directivos y empleados que se trasladen- se encuentran con ventajas fiscales notables, no vistas en Catalunya hace tiempo. Además, en todos los lugares escogidos que no son Madrid hay muchos costes inferiores, desde alquileres y servicios hasta menores salarios. Eso, antes o después, significará menos empleo en Catalunya y más en los sitios de las nuevas sedes. Alguien no midió bien y el error costará caro porque todas compañías, si es que vuelven, tardarán años en hacerlo.

ANC y Òmmiun, con la complacencia de varios partidos, pidieron boicotear a los bancos que han cambiado su sede (CaixaBank y Sabadell) con una retirada de 155 euros por persona. Si los más de dos millones de votantes a favor de la independencia que contabiliza la Generalitat hubieran secundado el boicot, en total habrían retirado de esas entidades unos 310 millones de euros, cuando Caixabank tiene unos depósitos de 210.000 millones y Sabadell de 96.500. Pudo molestar a los empleados bancarios, que tendrían más trabajo, pero las entidades ni pestañearon. "Tonterías, las justas", que diría Arriola.

La previsible aplicación del artículo 155 puede impulsar más boicots e incluso huelgas generales. Son derechos democráticos incuestionables, pero sus instigadores deberían pensar que una escalada de inestabilidad perjudicará a la economía española, pero mucho antes pondrá contra las cuerdas a la catalana, con un enorme coste en empleos, inversiones y bienestar. Catalunya se recuperaría, es cierto, pero tardaría decenios en hacerlo. Natalie Nougayrède lo escribía en The Guardian el domingo: “El asunto catalán es persuasivo, pero es el camino a la ruina”.