EL MODELO FAMILIAR

La paternidad como asignatura pendiente

Las políticas de igualdad y medidas legislativas en consonancia son la única vía para que todos los hombres puedan pasar tiempo con sus hijos

Unos padres pasean con su hijo, cogidos de la mano.

Unos padres pasean con su hijo, cogidos de la mano.

BERTA AZNAR

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Lentamente la sociedad evoluciona y, al igual que las mujeres han demandado más espacios fuera del hogar, los hombres también lo hacen en la esfera familiar. Estos cambios poco a poco se van reflejando en la legislación vigente, siendo la ley de permiso de paternidad de cuatro semanas un claro ejemplo de este avance, por el aumento de semanas de permiso intransferible, y también del largo camino que nos queda por recorrer, ya que sigue siendo insuficiente y la no obligatoriedad puede generar agravios comparativos.

A la vez que los hombres empiezan a disfrutar del placer de criar a los hijos y pasar tiempo con ellos, las expectativas sociales hacia ellos en este ámbito van en aumento, y ambos factores hacen a su vez que las mujeres se puedan liberar de algunas cargas familiares para conquistar otros terrenos como el laboral, en el que aún existen desigualdades.

El momento de transición que estamos viviendo desde hace décadas, en el que tanto los roles de las mujeres como los de los hombres se están redefiniendo, ofrece múltiples beneficios a todos los miembros del núcleo familiar. Este modelo, que aún no está suficientemente arraigado, permite, ante todo, que los niños y niñas puedan disfrutar por igual de sus dos progenitores y este hecho tendrá efectos a corto y largo plazo en el desarrollo de los menores.

LOS VÍNCULOS DE CONFIANZA DE LOS NIÑOS

Los vínculos afectivos que los niños forman durante sus primeros años son importantísimos para el resto de relaciones que establecerán a lo largo de su vida. Cuantos más vínculos de confianza puedan crear, más capaces se sentirán de relacionarse de manera saludable con otras personas en su vida adulta, ya que se gesta en ellos un sentimiento de confianza y de altas expectativas en relación a los demás. Es mediante las relaciones que los niños forman con sus cuidadores que empiezan a conceptualizar el mundo de una manera armoniosa o, por el contrario,  hostil, y esta percepción la transferirán al resto de sus relaciones interpersonales. Esta concepción de las relaciones humanas también les servirá para discernir entre una relación sana y equilibrada, y aquellas que no lo son y por las que no vale la pena luchar, evitando que caigan en relaciones abusivas a causa de sentimientos de inferioridad y culpa.

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En referencia a la paternidad, el hecho de que los niños interioricen durante su infancia una figura masculina con capacidades no solo de protección, sino también de cuidado y asuman un modelo de pareja de padres equilibrado, sano y recíproco, crea en los menores la idea de que las relaciones con el otro sexo deben basarse en estos mismos valores de igualdad y les previene de caer en relaciones dañinas basadas en el enfrentamiento y la lucha de poder, o la evitación del conflicto y la sumisión.

UNA RELACIÓN SANA Y EQUILIBRADA

Trasladando esta teoría a la gran problemática social que plantea la violencia de género, el modelo de familia en que ambos progenitores comparten las tareas de cuidado que han sido tradicionalmente adjudicadas a la mujer, permite que los niños y niñas interioricen un modelo masculino presente, cercano, sensible y empático. De esta manera, este será el modelo de relación que busquen en la vida adulta: una relación sana y equilibrada, en que se comparten tareas y ambos miembros de la pareja se pueden desarrollar en todos los ámbitos de su vida: social, laboral y familiar.

Actualmente, muchos son los hombres que disfrutan de pasar tiempo con sus hijos y reclaman también para ellos políticas de conciliación familiar, aunque todavía estemos lejos de lograrlo. Otros hombres simplemente siguen ejerciendo los roles familiares que asumieron en su infancia y que el sistema social perpetúa aun muy influido por valores ya caducos. En estos casos, políticas de igualdad y medidas legislativas en consonancia son la única vía para que todos los hombres puedan pasar tiempo con sus hijos y formar con ellos vínculos fuertes, sanos y estables.

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Gracias a estas medidas todos los padres podrán experimentar la satisfacción que genera la formación de estos vínculos con sus hijos, más que equiparable a la provocada por sus logros profesionales y el estatus social que se adquiere mediante ellos. Pero, sobre todo, estas medidas son necesarias para garantizar el desarrollo saludable de las niñas y niños, ya que les permiten interiorizar modelos de relación sanos y equilibrados que influirán de manera  decisiva en sus relaciones interpersonales futuras.