Biodiversidad y garantías alimentarias

Patentar tomates, pimientos o la vida

El Kumato es producto de las prácticas poco éticas de multinacionales de las semillas transgénicas

GUSTAVO DUCH

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Son unos ejemplares esculturales, que presumen de físico musculoso y reluciente y cada vez resultan más habituales. Últimamente los encuentro en todas partes y parece que tienen éxito, al menos veo que mucha gente habla de ellos, se acercan, los tocan, los acarician, los desean. Unos dicen que son fruto de horas de esfuerzo, otros dicen que son fruto de mejoras genéticas, hay quien lo explica en base a una bonita historia de rescate de especímenes olvidados y hay quien asegura que tienen efectos afrodisíacos. Pero yo a la hora de llevarme tomates a la boca prefiero algo menos exótico que esos tomates de marca registrada.

Como explica Juan José Soriano en la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas, el Kumato® -ese tomate casi negro que se vende en paquetes de celofán, con el glamur de un producto de alta calidad- es una desagradable muestra de las tácticas que algunas empresas agrícolas están llevando a cabo para monopolizar un mercado del que ya controlan una buena porción. De hecho, de cada seis tomates que usted compra es muy probable que uno sea propiedad de Syngenta, la multinacional especializada en semillas transgénicas y dueña del bien parecido Kumato®. Los datos de la organización ETC Group sobre el mercado mundial de semillas comerciales confirma cómo de concentrado está este sector que maneja anualmente una cifra superior a 27.400 millones de dólares: Syngenta, Monsanto y otras ocho empresas controlan tres cuartas partes del mercado; y ellas dos, junto con Dupont-Pioneer, controlan más de la mitad (53%).

Muchas son las circunstancias permitidas para que uno de los recursos estratégicos básicos de nuestra alimentación y vida, las semillas (junto al agua potable y la tierra fértil) esté tan acaparado por un puñado de multinacionales. Tenemos lo que el espejo del capitalismo y neoliberalismo refleja: la vida en manos de unas corporaciones. El Kumato ®, en este caso, nos enseña una de las nuevas maneras de seguir en esta terrible tendencia. Puesto que las actuales leyes sobre la propiedad de las semillas, aunque insuficientemente, aún reconocen de alguna manera que las variedades vegetales que puedan ir surgiendo no son sino la recombinación de caracteres ya existentes en las plantas tradicionales, la estrategia de Syngenta ha sido ir a buscar su exclusividad en el registro mercantil.

Bautizando a su tomate con cualquier nombre que suene sabroso ha registrado una marca obteniendo la posibilidad de prohibir en todo el mundo que se comercialicen semillas de sus tomates, se produzcan sin su permiso e incluso puede exigir que se sancione a quien lo haga.

Pero hay que insistir, ni Syngenta ni ninguna empresa han inventado el tomate y patentar su variedad es una afrenta inaceptable para las gentes campesinas que desde los tiempos aztecas domesticaron y mejoraron, generación a generación las muchas variedades de tomates tradicionales que existen, adaptándolas a diferentes climas y suelos y que desde luego nadie prohíbe que se puedan reproducir.

Recientemente, una gran coalición europea de 34 organizaciones de agricultores y organizaciones no gubernamentales de 27 países presentó un recurso ante la Oficina Europea de Patentes (OEP) en contra de una patente sobre el pimiento concedida el año pasado precisamente a Syngenta. Esta patente también permite a la empresa agroquímica apropiarse de una resistencia a los insectos y le garantiza derechos en exclusividad. Pero Syngenta no explica que la resistencia conseguida la obtuvo al cruzar un pimiento silvestre de Jamaica con un pimiento comercial. Para los denunciantes, «estas prácticas las patentes sobre la vida, no solo son cuestionables desde el punto de vista ético, sino que también ponen de manifiesto el fenómeno de la concentración en el mercado de semillas, lo que reduce la biodiversidad y amenaza la seguridad alimentaria». Y aunque en el 2012 el Parlamento Europeo solicitó que cesase este tipo de patentes, la OEP hizo caso omiso.

A mi parecer es importante debatir y reflexionar a propósito del caso del Kumato® pues entiendo que desvela por dónde van los movimientos de las grandes firmas de las semillas. Viendo que el mercado rechaza el consumo de variedades transgénicas y observando cómo cada vez más los consumidores valoran recuperar el buen sabor, cómo incluso mucha gente cultiva sus propios tomates y cómo cada vez más se recuperan y dan valor a las variedades locales y antiguas, la fórmula de nuevos tomates con valor añadido (como un buen sabor, un estilo añejo o con más propiedades nutritivas) será la que quieran imponer. Pero, ojo, siempre con su inequívoca señal de marca registrada ®. grabada en la piel.