AL CONTRATAQUE

El pasado miércoles

Hay mucha gente que está librando a diario una eliminatoria que a veces no es ni a doble partido

Messi se abraza a Luis Enrique tras la clasificación del Barça para los cuartos de final de la Champions.

Messi se abraza a Luis Enrique tras la clasificación del Barça para los cuartos de final de la Champions. / periodico

MANEL FUENTES

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

No quiero hablar de fútbol. Quiero hablar de fe y de agradecimiento. La fe siempre es contra pronóstico. La fe es creer que hay un puente donde los ojos solo ven un abismo. La fe requiere mirar hacia dentro y confiar, al tiempo que se trabaja sin que se intuya recompensa alguna, ya que muchas veces no llega.

El Barça demostró la semana pasada frente al PSGPSG que vivir con fe es mejor que vivir sin ella. Y esa lección sería igualmente válida aunque no se hubieran clasificado. Porque mientras había vida, había esperanza. Todos hemos visto eliminatorias en las que, sin que pudiera haber reproches, intuías que no se estaba yendo al límite. Cubríamos el expediente, pero en el fondo sabíamos que no creíamos del todo en nosotros. El miércoles, no. El miércoles fue de verdad. Hasta el final.

La lección de la fe está en la entrega. Total. En perseguir una quimera desde el minuto uno como si fuera posible. En presionar y correr como si en el siguiente minuto fuera a cambiar un resultado adverso a tu favor. Aun cuando no hay tiempo. Aun cuando la lógica ya no da ni un argumento. El Barça fue el Barça y logró un gran 3-0, pero de lo que yo hablo es de lo que pasó después. De cómo estaban los jugadores en el campo con el 3-1 y a falta de tres goles, a tan solo siete minutos para el final. De la actitud. Del tesón. De esa energía contagiosa que hizo que los aficionados del PSG estuvieran en silencio al notar el peso de la fe azulgrana. De esa energía que nos llenaba a todos de nervios y que alimentaba locamente el "¿y si…?".  

POR ELLOS

Hay mucha gente que está librando a diario una eliminatoria que a veces no es ni a doble partido, y a mí el miércoles pasado me dio por pensar en ellos. En el partido trascendente que juegan y en lo felices que serán si lo ganan. Partidos en los que los disparos que deben detener van directos a minar su esperanza. Es por ellos, por los muchos que se mueven por nuestros hospitales sin una gran afición que les respalde, que hoy, que ya no hablamos de fútbol, quiero darle de nuevo las gracias a Luis Enrique, Suárez, Neymar, Ter Stegen, y compañía.

Muchos de ellos no verán su fe recompensada, pero viendo lo que hicisteis el miércoles desde el primer minuto, todos entendimos que creer lo cambia todo. Que esa fe asusta al peligro y genera respeto. Y magia. Y poesía. Cuando se va con todo, de verdad. Y entonces, a veces, se altera la lógica cósmica de un resultado. Trasciende. Creo que todos los culés que estábamos en el campo el miércoles notamos eso. Vivimos la fuerza de la esa fe. Ese manto de respeto y fuerza que se iba generando y crecía desde el tesón a vida o muerte. Hasta el último suspiro. Ganar es creer. H