Participar. Decidir. Construir.
Laia Bonet
Teniente de alcaldía de Transición Digital del Ayuntamiento de Barcelona.
LAIA BONET
El 9-N viviré activamente la "jornada de participación ciudadana", como lo harán centenares de miles de catalanes y catalanas. Espero -y deseo- que sea una gran fiesta cívica. Y que sea un éxito de participación. Lo haré, como cada año, y en especial desde el 2010, para expresar, junto con la mayoría del país, que queremos decidir un nuevo modelo de relación con España. Lo hice entonces, junto a los Presidentes de mi país y de tantas y tantas personas, y lo haré nuevamente domingo, como una ciudadana más que quiere decirle al Gobierno del Estado, a su Presidente Mariano Rajoy y también al conjunto de las fuerzas políticas españolas, que así no podemos continuar, ni estar.
El 9-N estaré pero esta no es la consulta que quería (acordada, decisiva, como Escocia). Creo que se han cometido errores de cálculo imperdonables: iniciar este proceso sin la posibilidad de condicionar realmente en un Gobierno del Estado que tiene mayoría absoluta, era dejar en sus manos toda la capacidad de veto. Y también creo que se ha malbaratado una parte del enorme capital de energía política y democrática que la unidad alrededor del derecho a decidir había construido. El tacticismo y las urgencias de unos y las debilidades de los otros han debilitado aquella unidad ganadora. Para mí, aquello importante no es el "tenemos prisa", sino el "tenemos la fuerza" para hacer la consulta que queremos y como es debido. Hay quien quiere la consulta porque quiere una respuesta determinada. Yo quiero la consulta porque quiero hacerme la pregunta. Porque quiero que sean los ciudadanos los que puedan opinar, a fondo, para poder decidir. Yo quiero una consulta como Escocia.
A pesar de esto, el domingo iré porque quiero expresar: 1. Que Catalunya quiere cambiar sus relaciones con España. Queremos un nuevo modelo. 2. Que este nuevo modelo tenga varias opciones legítimas, que van desde el reformismo, a una nueva y exigente bilateralidad o a la soberanía llena e independiente. 3. Que la decisión de cuál de estas opciones es la que tiene que guiar nuestro futuro tiene que salir, fundamentalmente, de las urnas. Y de un gran proceso de debate que, hoy por hoy, no hemos tenido, prisioneros aquí de las fotos y las prisas, y allí, debido sobre todo a una brutal campaña hostil hecha desde la prepotencia. Rajoy quiere resolver un problema político desde los tribunales y el BOE, en vez de hacerlo desde el diálogo y la negociación. Por eso quiero una consulta determinante que abre un proceso de negociación y que materialice la voluntad política de los catalanes y catalanas. Quiero una consulta decisiva.
No me quedaré en casa, junto a los que no quieren cambios o de los que quieren impedir que pasen. Soy consciente que otros no participarán porque no ven claro el momento, el formato o la pregunta. En este sentido, es evidente que hemos asistido desgraciadamente a una banalización de la consulta, a una hipocresía mal disimulada de algunos dirigentes que, en nombre del principio democrático, ven en cualquier consulta una palanca para reforzar su opción partidista, y finalmente, a una incipiente y muy preocupante actitud de linchamiento de una minoría hacia aquellos que no defienden abiertamente la independencia.
A pesar de esto, yo participaré y votaré en blanco como símbolo de que todo está para hacer. Que el día 10-N habrá que ofrecer soluciones, negro sobre blanco, que permitan avanzar en la construcción de la nueva Catalunya fruto de la decisión soberana de sus ciudadanos. Hagámoslo posible. No pasemos página, ni dividamos el país entre buenos y malos catalanes en función del grado de proximidad a la opción por la independencia. Yo quiero lo mejor para Catalunya. No me cierro ninguna puerta. No soy prisionera de los apriorismos, sino de las convicciones, que no es lo mismo. Y sí, quiero ir tan lejos como haga falta, pero no a costa de rasgar la sociedad o acelerar un proceso que, porque sea ganador, necesita bastante más que la aritmética electoral del 50 más 1. No saltemos etapas por las prisas o los cálculos. Catalunya, y los problemas de sus ciudadanos, son más importantes que la táctica electoral de cada legítima opción.
Participar. Decidir. Construir. Este tiene que ser el camino. Mientras tanto, participaré en el 9-N con el corazón, y pensando en el día siguiente con la cabeza. Manos a la obra. Mano sobre mano. Hagámoslo posible.
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