Modric, Juncker y Dijsselbloem
Si nuestra Europa quiere avanzar debe abordar una armonización fiscal que acabe con esos inaceptables pseudo paraísos
Jordi Alberich
Economista
JORDI ALBERICH
Estos días, mientras leía acerca de la evasión fiscal por parte de futbolistas, el denominado caso Football Leaks, una noticia me llamó especialmente la atención, la que se refería al croata Luka Modric. Éste, supuestamente, creó una empresa en Luxemburgo dado que el impuesto de sociedades en dicho país es prácticamente nulo, a diferencia de lo que, afortunadamente, sucede en España.
Uno esperaba que estas prácticas fraudulentas se hubieran articulado a través de complejos entramados societarios domiciliados en países lejanos con nombres tan exóticos como, por ejemplo, las Islas Caimán. Pero no, sucede en Luxemburgo, país no sólo miembro de la Unión Europea sino uno de los seis fundadores del proyecto europeo en 1957. Y, además, un antiguo ministro de Finanzas y primer ministro de dicho país, Jean Claude Juncker, preside hoy la Comisión Europea.
Me imagino que dicho señor, que ostentó durante diez años la cartera de Finanzas del Gran Ducado de Luxemburgo algo debe saber acerca de la condición de pseudo paraíso fiscal de su propio país. Curiosamente, se le nombró presidente del Eurogrupo, desde cuyo cargo ejerció un papel muy activo en el diseño de la política económica de la Unión. Una responsabilidad acrecentada al ascender a Presidente de la Comisión Europa, cargo que ocupa desde 2013.
Bajo su mandato, se han diseñado políticas de austeridad orientadas a los países periféricos de la Unión Europea, especialmente a los meridionales. Últimamente, la Comisión parece empezar a dudar de la bondad de esas políticas pero, al margen de la idoneidad o no de esa austeridad, durante estos años las políticas económicas han ido acompañadas de un discurso ético que señalaba a los países del Sur por su irresponsabilidad y corrupción. Un discurso liderado en buena parte por personas que legitimaban, cuando no diseñaban y reforzaban, un conjunto inaceptable y vergonzoso de ventajas fiscales en sus respectivos países.
En este sentido también me resulta extraordinario el actual presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, quien no ha cesado de criticar con dureza a los países del sur y que, como ministro de finanzas de Holanda, también sabrá de la fiscalidad tan atractiva que ofrece su país, hasta el punto de que, en ciertos aspectos, se le considera un pseudo paraíso fiscal.
Si Luka Modric y otros muchos pueden evadir impuestos sin salir de Europa es gracias a que marcos legales, instalados en países de entre los más desarrollados, lo facilitan. Si nuestra Europa quiere avanzar debe abordar una armonización fiscal que acabe con esos inaceptables pseudo paraísos. Para ello, las máximas responsabilidades políticas deben ser asumidas por personas que, de verdad, representen dignamente el interés general europeo. Es decir, personas distintas a Juncker y Dijsselbloem.
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