El pan entero

Pintada en el parabrisas de un bus turístic realizada por Arran.

Pintada en el parabrisas de un bus turístic realizada por Arran.

ALBERT SÁEZ

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La peculiar manera de ver España solo desde el centro produce cada día desenfoques mayores. A cierta prensa y a ciertos partidos les parece tremendo el execrable ataque de Arran a un Bus Turístic pero relativizan el impacto de la huelga de los vigilantes de seguridad en la marca turística de Barcelona. Encaja mejor en su relato dibujar una Barcelona de nuevo sumida en la rosa de fuego que fue en algunos episodios de principios del siglo XX. Hablar de las condiciones laborales de los vigilantes de seguridad como consecuencia de una temerosa oferta a la baja en el concurso de la seguridad de El Prat es mucho más engorroso. Un debate en el que, curiosamente, tampoco quieren entrar algunos independentistas hiperventilados a los que les encaja mejor conectar este lamentable episodio con la 'operación Catalunya'. Aquí cada uno con su relato y los que se quejan de que siempre hablan de lo mismo, también calladitos. 

Dicen los médicos que la base de toda buena terapia es un buen diagnóstico. Hay una cierta España que no acierta con Catalunya simplemente porque se niega a entender lo que aquí pasa. Para entender a Arran no han de mirar a Mas o a Puigdemont. Deberían leer los poemas o escuchar las canciones de Ovidi Montllor. "Ya no queremos las migas, queremos el pan entero" dejó dicho antes de morir en 1995. Hay un tradición política que no ha dejado verse en los medios de comunicación pero que lleva décadas enraizando en Catalunya, en València y en Baleares que no distingue entre las causas nacionales y las causas sociales, que las integra en una sola "lucha" y que basa su acción política en una solida formación de la militancia con tics próximos al anarquismo pero también al cristianismo de base. No son un fenómeno hijo del "procesismo" de los Homs y de los Mas. Son otra cosa, con ellos mantienen una alianza táctica. Cualquier forma de violencia merece ser condenada, pero resulta imprescindible entender sus orígenes. Porque los damnificados del déficit fiscal del corredor mediterráneo no son los ricos que quieren dejar de pagar sino los pobres que quieren el "pan entero". O al menos así lo reivindican.