Opinión | LIBERTAD CONDICIONAL

Lucía Etxebarria

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Pamplona es el nuevo Tejas

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En la película 'Thelma y Louise' hay una referencia constante a Tejas. Las fugitivas quieren llega a México, y la forma más rápida de hacerlo es pasando por Tejas, pero Louise se niega: «Si le has disparado a un tío que intentaba violarte, créeme que no quieres que te cojan en Tejas». Louise fue violada en Tejas, pero allí nadie la creyó.

A partir de ahora, la frase de Thelma la tendremos que aplicar en Pamplona: «Si has agredido a un tío que intentaba violarte, créeme que mejor que no te cojan en Pamplona».

En el año 2008 Nagore se encuentra en Pamplona, en fiestas de San Fermín, con José Diego, su compañero de trabajo. Él intentó violarla, ella se negó, como probó  la Policía Foral, que dio por hecho que Nagore se resistió ante su atacante. Diego se ensañó con ella: 38 golpes, entre heridas externas e internas acreditadas por la autopsia. La mató a hostias. Con toda la sangre fría del mundo, le seccionó con un cuchillo grande la yema del dedo índice, le robó las joyas que llevaba, y envolvió el cuerpo en tres grandes bolsas de basura y cinta adhesiva. La abandonó en un barranco, a la espera de que los buitres devoraran el cuerpo.

El 'no' rotundo de Nagore no sirvió siquiera para librarla de las sospechas. «¿Nagore era muy ligona?», fue la única pregunta que se le ocurrió formular al jurado  en todo el proceso. Ella se lo había buscado, se entendía. Por ligona. Por puta, vaya.

Por eso, José Diego fue condenado a una pena mínima  por  la Audiencia Provincial de Navarra. A 12 años y medio de prisión. Por hacer una comparativa, a los chicos de Alsasua les piden penas de entre 12 y 62 años de cárcel. A los Jordis les piden 15 años.

A los ocho años José Diego estaba libre.

Justo el año en el que sale de prisión, cinco chicos meten a una joven en un portal. La penetran bucal, anal y vaginalmente, la dejan tirada allí, sola después, y le roban el móvil, de forma que ella no pueda llamar a nadie para que vaya a auxiliarla.   

La policía encuentra dos vídeos en el móvil de los chicos. En uno, se ve como abusan de una chica. En el otro, se ve la escena del portal. Son dos chicas diferentes, dos, pero ninguna se mueve, no participa activamente en ningún momento. Una, porque la han drogado. Otra, porque está aterrorizada.

Hace falta que nos unamos todas en 
nuestra propia Manada, tomemos las
calles y exijamos a los partidos que reformulen ¡ya! el Código Penal

La policía encuentra también unos mensajes de un grupo de Whatsapp, se intercambian lindezas como ésta. « ¿Tienes las cuerdas para violar?». « ¿Has comprado burundanga?».

La Audiencia Provincial de Navarra considera el robo del móvil un «hurto», como robar  unas cremas en el supermercado. No cree que haya existido la violencia a la hora de llevarse el móvil. Y opina que no hay violación.

Porque el artículo 181/1 del Código Penal considera que en el abuso no hay violencia ni intimidación, pero tampoco consentimiento. ¿Perdona?

O sea, que tenemos una ley que contempla que a una persona la puedan penetrar SIN violencia ni intimidación, pero tampoco SIN su consentimiento.  Yo no lo entiendo. ¿Ustedes sí?

Nagore falleció en fiestas de San Fermín porque se resistió a ser violada. Su asesino la mató a hostias. 

La víctima de La Manada no se resistió. No ha sido violada, dicen.

Si te resistes, te asesinamos.

Si no te resistes, te humillamos.

Si te asesinan en San Fermín, ya sabes que la Audiencia Provincial de Navarra le dará la pena mínima a tu asesino. Y si te violan, no te creerán.

Desde aquella noche, hace ya más de 20 años, en la que me robaron la cartera en San Fermín, no he vuelto a pisar Pamplona en fiestas. No lo he hecho porque consideraba que no podía ser feliz en una fiesta en la que se torturase a animales. No pienso volver ahora por otra razón: Porque empiezo a pensar que  la Audiencia Provincial de Navarra nos ve a las mujeres como vacas, y disfrutamos a sus ojos de los mismos derechos que los toros. Estamos allí para que se diviertan a nuestra costa, para que nos maltraten y nos torturen y, si hace falta, nos maten. Sé que no me protegerán si alguien me agrede.

Ante esta historia hace falta que nos unamos todas en nuestra propia Manada. Hace falta que tomemos las calles. Y hace falta que los partidos que piden nuestro voto reformulen ¡ya! el Código Penal. Si no, más mujeres estarán a expensas de la interpretación de un juez sobre qué es «violencia e intimidación»,  a ver si a pesar de no dar su consentimiento no se «resistió lo suficiente».

No, no se resistió. Porque no quería acabar como Nagore.