Un Palau carbonizado

Tomic, Koponen y Perperoglou visiblemente abatidos abandonan la pista del Palau tras una nueva derrota del FC. Barcelona en la Euroliga de basloncesto frente el Galatasaray.

Tomic, Koponen y Perperoglou visiblemente abatidos abandonan la pista del Palau tras una nueva derrota del FC. Barcelona en la Euroliga de basloncesto frente el Galatasaray. / periodico

ALBERT GUASCH

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Abucheos y pañolada. Se han puesto feas las cosas en el baloncesto azulgrana. La multa no mitigó el enfado de los fieles al Palau. Casi se diría que catalizó la demostración del desencanto popular. No fue una buena idea. No dañará la economía de los afectados, pero sí su orgullo profesional.

Las multas se imponen normalmente por faltar a un entrenamiento, o por presentarse tarde a un partido, o por unas declaraciones extemporáneas. Así suele funcionar la ley de cualquier vestuario deportivo. Exponer pobre rendimiento sugiere dejadez, ausencia de esfuerzo y desgana. ¿Es eso lo que ven Bartzokas y los directivos responsables de la sección? ¿Hay una escasez de sudor de los jugadores? Muchos aficionados pudieron hacer esa lectura. Una asistencia precisa para la pañolada.

La multa culpabiliza a los jugadores e implícitamente se desliga la planificación de la responsabilidad de la crisis. Y aunque Bartzokas también se haya autocastigado, el titular que queda penaliza fundamentalmente al vestuario. Por eso no extraña que se hable de un ambiente con olor a pólvora en las catacumbas del Palau.

ABUNDANCIA DE FICHAJES

El aire de protesta que se ha apoderado del vetusto pabellón, combinado con la indiferencia de antiguos seguidores del baloncesto barcelonista, deja en mal lugar a la segunda sección profesional del club. La falta de identificación con la plantilla es posiblemente más grave que cualquier racha de resultados adversos. Ya viene de hace años. 

Cada temporada se incorpora a media docena de jugadores nuevos. En la era Bartzokas, para no ir más lejos, se han sumado cinco fichajes una vez empezados ya los partidos oficiales. Si uno se despista un poco, si se desconecta un mes, se encuentra con que no sabe si determinados jugadores van con el equipo propio o el contrario. 

SEGUNDAS Y TERCERAS OPCIONES

Casi siempre el baloncesto azulgrana fue transversal. La mayor parte de la masa social conocía a casi todos los jugadores. Salía algún chico de la cantera y gustaba de adivinarle un futuro prometedor. Y a los de afuera se les integraba, y en algunos casos se percibía que la NBA les quedaba a la vuelta de la esquina. Eso creaba comunión. El día que se retire Navarro ya solo faltará que cambie el color de la camiseta. 

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Hay lesiones y hay que fichar, claro. Una prueba, se dirá, de que se invierten los esfuerzos necesarios en la sección. Pero quizá lo que se echa de menos es una idea atractiva y motivadora. Abundan los jugadores con pinta de opción B, C o D. Y de abajo no parece surgir nadie al que cobijar sentimentalmente. A este paso apenas quedarán aficionados con ganas ni siquiera de silbar. 

“Yo nunca me rindo”, dijo Bartzokas con la firme determinación de cualquier entrenador con orgullo. No lo tiene fácil. Con la Copa a una semana vista y unos profesionales abatidos y escasamente conjuntados, la perspectiva es de salida de carretera a la primera curva. Y no hay duda de que habrá la tentación de relevarle. Carbonizado el presente, ya casi no queda más remedio que pensar cuál es la mejor solución para iluminar el futuro.