El cuerno del cruasán

Palabras para un año extraño

JORDI Puntí

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A veces, cuando veo un partido de fútbol que me aburre un poco --es decir, un partido en que no juega el Barça--, de repente me viene a la cabeza un ruido incesante. Empieza de fondo y poco a poco va aumentando hasta imponerse, como el fragor de una plaga de langostas. Cuando ruge la marabunta, decían los comentaristas el pasado verano para definirlo. Entonces vuelvo mentalmente a Suráfrica y para detener ese rumor insistente de trompeta tengo que acordarme de su nombre… ¿Cómo era? Vuvuzela. Exacto, vuvuzela. Esta es una de las palabras que nos ha dejado el 2010.

Cada año nos trae un montón de palabras nuevas. Algunas son como fuegos artificiales: viven su momento de gloria y luego desaparecen para siempre. Otras nos recuerdan a extraños invasores y nos desconciertan como un error gramatical, pero en poco tiempo se nos imponen y las pronunciamos con toda naturalidad. Este año, por ejemplo, hemos aprendido a decir iPad, aunque jugábamos con ventaja porque años atrás nos la habían enseñado con la o: iPod. Resulta, además, que detrás del iPad vienen una serie de aparatos similares de otras marcas que, como los medicamentos, son más baratos y se tienen que conformar con un nombre genérico: les llamaremos tableta.

La actualidad de este mundo global nos obliga a aprender palabras continuamente. En pocos meses nos hemos familiarizado con Wikileaks, una palabra que podría traducirse como fugas en colaboración. Algo curioso ocurrió también a principios de año, cuando se estrenó la película Avatar: pese a que la palabra existe en español, la gente sentía la necesidad de pronunciarla a la inglesa.

Por encima de todo, sin embargo, el 2010 ha sido el año de las palabras más normales, la clase media del diccionario. La Real Academia Española ha quitado la mayúscula a reyes y príncipes y de paso se ha pulido una serie de acentos que parecían intocables, como en guion o truhan. De un día para otro, han gozado de sus cinco minutos de gloria palabras tan comunes como controlador (aéreo), corrida (de toros), volcán (Eyjafjallajokul era un nombre demasiado complicado), rescate (de los mineros) o manita (frente al Real Madrid y al Español). Todo hace pensar, además, que en el 2011 la manita del Barça (de cinco dedos levantados, a lo Piqué) puede convertirse en un lugar común, incluso con una definición directa en los diccionarios.