Palabras y gasolina

XAVIER RIUS

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Thomas Mair, el neonazi solitario, que presuntamente asesinó a la diputada Jo Cox, partidaria a continuar en la Unión Europea, al grito de "Britain first!", “Gran Bretaña Primero”, pertenecía al partido ultra de dicho nombre que, evidentemente, al igual que el UKIP o Partido por la Independencia del Reino Unido de Nigel Farage, ha condenado el crimen.

Pero el nombre del partido y su eslogan, por legítimo que sea, no deja de recordar otros eslogans de triste legado como "Deutschland, Deutschland über alles, über alles in der Welt" que se traduce por “Alemania, Alemania por encima de todo, por encima de todo el mundo”, estrofa inicial del himno alemán entre 1922 y 1945, que fue suprimido tras la derrota del Tercer Reich, junto a otra estrofa que alababa las cualidades de los vinos y las mujeres germánicas. Alemania estaba, oprimida por sus vecinos y poderes externos, y así se justificaron los crímenes y la expansión del régimen nazi. Y el “Britain first” también evoca ese famoso eslogan popularizado por Josep Anglada de “Primero los de casa” que, sin poco rédito electoral, copió textualmente Xavier García Albiol y el PP catalán hace poco más de un año en la campaña electoral de la municipales en determinados pueblos y ciudades.

Es lógico que el propósito de cualquier cargo electo, sea diputado, alcalde o concejal, es el bienestar de las personas de la circunscripción por la que ha sido elegido y a los que representa. Pero la historia ha demostrado que en muchos casos la apelación política y propagandística a defender “los nuestros” frente enemigos externos, ha ido pareja a discursos xenófobos y excluyentes de difícil control, elaborados sobre tópicos y mentiras nada inocentes sobre foráneos, vecinos o determinados colectivos. Antes eran  los judíos y gitanos, y ahora según, el caso, los tecnócratas de Bruselas y Berlín, unidos a los indolentes latinos amantes de la siesta y los subsidios, junto a los inmigrantes musulmanes.

Evidentemente no es lo mismo un partido que dice respetar los valores democráticos, pero que en base a los derechos de las mujeres, mezclando problemáticas reales de integración y mentiras demoscópicas, construye su ideario haciendo de determinados colectivos y poderes los responsables de los males que sufre la “gente de casa”, que los grupos de hooligans, que atacan a inmigrantes y refugiados. En Alemania tenemos por un lado al partido Alternativa por Alemania de Frauke Petry, con representación parlamentaria que ha liderado el rechazo a la llegada de refugiados. También está el movimiento PEGIDA, Patriotas Alemanes contra la Islamización de Occidente, creado por el demagogo y provocador Lutz Bachmann,en el que hay militantes y simpatizantes de Alternativa por Alemania y del neonazi NPD. Y por otro lado se han producido este último año cientos de ataques a centros de refugiados cometidos al margen de PEGIDA y dichos partidos, pero en los que se han visto implicados militantes y simpatizantes suyos.

Pese a estar al margen de estos actos de violencia, el UKIP de  Nigel Farage manipula cifras y estadísticas, cuando acusa a los ciudadanos europeos residentes en el Reino Unido de aprovecharse del sistema social británico, y lo hace de un modo y con un lenguaje que voluntaria o involuntariamente, alimenta discursos de odio que pueden evolucionar o expresarse con violencia, sea por un descerebrado, sea por un  grupo de simpatizantes que creen que hay que ir más allá. Lo mismo ocurre con los discursos de los líderes de PEGIDA o Alternativa por Alemania que presenta a los refugiados que han llegado, no como víctimas de la guerra y la barbarie del régimen sirio y el terrorismo yihadista, sino islamistas radicales que, como un caballo de Troya, se disponen a destruir Occidente. Los partidos y asociaciones legales rechazan la violencia, pero expanden consignas llenas de gasolina. Y cuando la gasolina arde, es difícil aclarar a quién se le cayó la cerilla.