La rueda

Un país con dos varas de medir

JOAQUIM COLL

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Alo largo de este año que se acaba, hemos podido comprobar hasta qué punto la instrucción del juez Solaz se mueve con parsimonia y gran benevolencia con los implicados. No parece que Fèlix Millet y Jordi Montull, saqueadores confesos, vayan a ingresar pronto en la cárcel. Entre tanto, la semana pasada supimos algo más del obsceno asunto de las bodas de las hijas de Millet.

Aparte de la increíble tomadura de pelo a los consuegros, las bodas fueron a cargo del Palau de la Música porque, según este, así se daba «mayor promoción y realce a la institución». En efecto, a dichos enlaces matrimoniales asistió encantada lo mejor de la sociedad civil y política catalana que, por supuesto, nunca se percató del robo de más de 30 millones de euros. Pero, aunque llamativo, lo de las bodas no deja de ser el chocolate del loro. Lo sustancial del otro día es que Montull echó descaradamente un valioso cable a CDC.

Sin dar más detalles, negó en un escrito que el misterioso Daniel de las libretas fuera el tesorero del mismo nombre apellidado Osàcar del partido de Artur Mas. Casualmente, el anuncio de su dimisión coincidió hace unos días con la mediática renuncia de David Madí a la política, contribuyendo así a que se hablara más bien poco del famoso Daniel.

En este sentido, las recientes declaraciones del hasta ahora director general del Palau, Joan Llinares, el hombre que se hizo cargo de la institución para poner orden y limpieza, son muy reveladoras de hasta qué punto vivimos en un país con dos varas de medir. Este cuenta que cuando la fiscalía apuntó a CDC «saltaron todos los fusibles» y muchos pasaron entonces a denunciar «una conspiración para perjudicar al partido que, sin lugar a dudas, iba a ganar las elecciones».

Sin la actuación de la Agencia Tributaria, o de la Audiencia Nacional en el caso Pretoria, los catalanes seguiríamos ciegos ante unas prácticas corruptas que han hecho añicos el bonito espejo en el que tanto nos gustaba mirarnos. Nunca podremos ser el país que queremos si antes no nos deshacemos de esta doble vara de medir.