OPINIÓN

Pagar impuestos por vender en Wallapop

Si vamos hacia una sociedad en la que la economía se desplaza al mundo digital y a la robótica, alguien va a tener que tributar o no habrá estado del bienestar

Wallapop 8Un cliente de la popular plataforma de compraventa repasa la oferta de objetos disponibles.

Wallapop 8Un cliente de la popular plataforma de compraventa repasa la oferta de objetos disponibles.

Olga Grau

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Las compraventas de objetos de segunda mano en plataformas de internet como Wallapop, Amazon o Ebay tendrán que pagar impuestos, concretamente el de transmisiones patrimoniales que fijan y recaudan las autonomías. Lo ha confirmado Hacienda a la luz del auge tan importante que están teniendo estas operaciones entre particulares. Lo relevante de la noticia, que por cierto ha causado indignación entre los usuarios del todo es gratis en la red, es la filosofía que subyace detrás. 

La economía real, la física y palpable, se ha trasladado a internet. Lo saben bien los comerciantes con tiendas físicas que compiten cada día con Amazon y que, incluso, están poniendo ya un pie en estas plataformas para ofertar también sus productos. Lo saben porque ellos pagan impuestos de todo tipo desde que abren la persiana por la mañana hasta que la cierran. Y compiten con gigantes tecnológicos que tienen sus sedes en paraísos fiscales o en zonas de baja tributación y que se saltan la legislación laboral con contratos precarios de repartidores externalizados. 

Está claro que son estas grandes multinacionales las primeras que deben pagar. Y tan solo una política coordinada desde la Unión Europea podrá atajar la elusión fiscal y atarlas en corto. Pero también es cierto que los particulares tienen que entender que el Estado del bienestar pasa por que se recauden impuestos y por pagarlos entre todos. Si actualmente nadie discute que un bien de segunda mano que se compra en una tienda física, por ejemplo un coche o una bicicleta, paga transmisiones patrimoniales, no es lógico que por el hecho de trasladar esta venta al ciberespacio no se pague. Aunque lógicamente debe primar el sentido común, ya que no tendría sentido perseguir operaciones de cantidades ridículas.

La fiscalidad de lo que se ha bautizado como economía colaborativa o nueva economía será uno de los principales retos a los que se tendrá que enfrentar la sociedad en su conjunto si queremos mantener el actual Estado del bienestar. El debate ha llegado incluso a plantear la fiscalidad de los robots. Si en el futuro se llegan a sustituir masivamente los trabajos que desempeñan los humanos por máquinas dotadas de inteligencia artificial, todos los ingresos por la vía de los impuestos que pagan las empresas (cotizaciones sociales) e individuos (IRPF) se perderán. De ahí que se haya planteado la cotización de los robots.

El debate puede parecer de ciencia ficción a estas alturas. Pero anticiparse a lo que va a ocurrir permite transiciones más suaves y menos traumáticas. Si nadie le va a poner puertas al campo, y parece que no, más vale pensar quién va a pagar.