Al contrataque

Padrenuestro donde estés

La poetisa Dolors Miquel, en el Saló de Cent, el lunes pasado.

La poetisa Dolors Miquel, en el Saló de Cent, el lunes pasado.

XAVIER SARDÀ

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No sé por qué, pero asocio el padrenuestro a un himno más que a una oración. Como me obligaban a rezarlo en la escuela y en el hospital militar, no le tengo especial simpatía. Es evidente que la oración es terapéutica para mucha gente, y además forma parte de la educación sentimental tanto de creyentes como de agnósticos. Pasa que esta obviedad es compatible con la animadversión que siempre genera la obligatoriedad. Es difícilmente imaginable para los que creen en Dios lo ridículo que resultaba para el ateo rezar a la orden de ¡ya!

Frase inquietante de Alberto Fernández Díaz: «Con los católicos se atreven a todo, pero seguro que su libertad no la ejercen igual mofándose del islam o de los musulmanes». Teniendo en cuenta que si uno hace broma o escarnio del Corán le pueden matar, nos dicen que no debe hacerse broma o escarnio del resto de religiones: «Atrévanse a cachondearse de los musulmanes, ¡ya verán!». Vamos, que los que matan si se bromea sobre el Corán consiguen además que no sea aceptable criticar a ninguna otra religión. Carambola. Se aprovecha el clima de terror para que el Jordán pase por Valladolid.

No me parece del todo ético que las ortodoxias católicas utilicen el integrismo islámico para deslegitimar las críticas o la creatividad adversa. Podrían decirnos: «Claro, ustedes hacen broma del padrenuestro porque los católicos no matamos. Se aprovechan de que ya no somos integristas para cachondearse». Pues oigan, sí, hay libertad de expresión porque ya no se condena a la hoguera como antes, y esa es precisamente la grandeza de la religión católica.

Vamos con la ofensa. Imagínese cada lector cinco cosas que le ofendan. ¿Ya? Sí, ya sé que yo soy una de las cinco, pero no es el tema. La pregunta es clara: ¿pulsaría anónimamente un botón para que estas cinco cosas que le ofenden desaparecieran?

Cuestión de oportunidad

Otra cuestión es si el padrenuestro sacrílego era oportuno o no en la entrega de los premios Ciutat de Barcelona. Opiniones diversas. A mí, viendo a la poetisa me entra una cierta vergüencilla ajena, pero más que nada por lo anticuado de la coqueta provocación. Pero eso ya es personal. Por lo demás, deberíamos dejarnos de tanta conjetura sobre ofensas y ultrajes y acogernos todos al Código Penal. Sin más. Miren si lo sé, que me han sentado bastantes veces en el banquillo.

Lo último: si le pedimos a un Dios todopoderoso el pan de cada día, que no sea solo «el nuestro». No cuesta nada pedir el pan «de todos» de cada día. Lo de las deudas lo dejamos para otra ocasión. Cito de nuevo a Tolstói: «Sabía que por la senda del conocimiento racional nada hallaría más que la negación de la vida, y que en la fe no hallaría sino la negación de la razón». Glups.