PEQUEÑO OBSERVATORIO

La pacífica lucha del ajedrez

Es un juego presidido por el respeto, que acaba con la feliicitación del vencido al vencedor

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JOSEP MARIA ESPINÀS

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Me ha gustado que en la última página de este diario se hablara del ajedrez. Era una entrevista de Gemma Tramullas a Joan CodinaGemma Tramullas Joan Codina, que va camino de los 98 años. Es el jugador más veterano de la Liga Catalana de Ajedrez. Yo jugué al ajedrez cuando era joven y no recuerdo si participé en algún torneo. 

Y digo torneo porque sobre el tablero luchaban reyes, alfiles, caballos, reinas y peones, cada pieza con su valor. Parece que se jugaba en los países asiáticos ya hace muchos siglos y que hubo una época en que se apostaba dinero. 

Lo que yo he visto es un gesto, el del jugador que cuando consideraba perdida la partida tumbaba su pieza –¿el rey?– para mostrar que se rendía.  

"No te escaquees" es una expresión usada tiempo atrás para indicar a alguien que no se escape del tema que se discute. Y los peones son aquellas piezas modestas que estaban destinadas a ir delante, como los modestos soldados.

Joan Codina ha hecho una frase que puede sorprender: "Disfruto más cuando pierdo que cuando gano". Creo que le entiendo. El ajedrez pide un ejercicio constante de reflexión. Y querer reflexionar sobre los movimientos de las piezas de un juego, como reflexionar sobre los movimientos de la vida, es innegable que le conviene a todo el mundo.

Sin trampas ni juego sucio

Codina dice que ha enseñado a mucha gente de Moià a jugar al ajedrez. Confío en que la iniciativa arraigue. Porque en el ajedrez no hay trampas, ni golpes de codo, ni juego sucio, como en los campos de fútbol. Un juego presidido por el silencio, por el respeto, que acaba con una felicitación del vencido al vencedor.

Junto al juegos del ajedrez, desde el boxeo hasta el fútbol las competiciones se presentan como ejercicios poco rigurosos e incluso violentos. El ajedrecista que pierde una partida lo acepta educadamente y se limita a cambiar una pieza de su juego sobre el tablero. Una pacífica admisión de la derrota.

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